Un modelo milenario que viaja por la nueva ruta de la seda 

Un modelo milenario que viaja por la nueva ruta de la seda 

El periodista Pablo Hacker, realizó su columna en el programa de Carlos Polimeni y equipo de La Tarde con Carlos Polimeni (AM 530, Somos Radio, de lunes a viernes de 14 a 16 hs) sobre los desafíos de la relación geopolítica de nuestro país con China tras la reunión de Cristina funcionarios del gigante asiático.  

La Franja y la Ruta es un proyecto chino multimillonario centrado en el comercio global que incluye convenios políticos y de infraestructura con más de 150 países.

Sigue el concepto de la antigua Ruta de la Seda, pero con eje en la nueva centralidad geopolítica del gigante asiático. El encuentro del fin de semana durante la Cumbre del G-20 entre Javier Milei y Xi Jinping pone de manifiesto un pragmatismo en la relación comercial entre ambos países, a pesar de algunas burradas expresadas por el libertario hace pocos meses.

CFK recibió este miércoles a una delegación de funcionarios chinos que participaron de la actividad “La iniciativa de la franja y la ruta: oportunidades y desafíos para América Latina”, organizada por el Instituto Patria junto a la Academia China de Ciencias Sociales.

Por Pablo Hacker

La Puna jujeña y la República Popular China tienen un punto en común. O mejor dicho, millones. En el norte de Argentina, a más de 2.000 metros de altura, paneles solares que cubren miles de metros cuadrados generan energía limpia durante el día para hogares y comercios de todo el país. Ese paisaje futurista es una de las tantísimas conexiones de la Nueva Ruta de la Seda china con el resto del mundo.

Según coinciden varios historiadores, la Ruta de la Seda -antigua Ruta de Jade, por donde se comerciaban piedras preciosas hace miles de años- se origina un siglo antes de Cristo por iniciativa del emperador chino Wu, de la dinastía Han. El propósito: establecer una vía de contacto hacia el oeste con otras civilizaciones, más allá de las llamadas tribus bárbaras. Pero ya desde el Siglo IV a.c, los griegos llamaban Serica a aquél pueblo distante en Oriente de donde provenía la preciada seda. Con el tiempo, este camino se convirtió en uno de los caminos centrales del incipiente comercio internacional, por donde transitaban camellos, caballos y carros cargados desde telas hasta armas, pasando por un sinfín de productos desde y hacia Oriente. Con el tráfico de bienes comenzó también la influencia cultural, más lenta pero no menos pregnante.

“Es uno de los sistemas mercantiles primigenios, pionero del diálogo entre civilizaciones y de la conectividad”, resaltan los historiadores Aníbal y Esteban Zottele en su libro “Aproximaciones a la Franja y la Ruta”. “A través de ella se intercambiaban productos procedentes de Asia con los mercaderes de Occidente; también viajaban distintos personajes que con el tiempo replicaron los saberes y dieron los primeros pasos hacia la globalización”.

El lanzamiento de la nueva ruta

En 2013, el gobierno de la República Popular China relanza lo que hoy conocemos como la Ruta de la Seda del siglo XXI, una iniciativa de política exterior que ya lleva más de 150 países adheridos en todo el mundo. Este prometedor recorrido tanto marítimo como terrestre y aéreo colocaría a China como la superpotencia líder que le disputa el poder hegemónico los Estados Unidos. Pero con una gran diferencia: ese liderazgo se da no a través de la potencia militar, sino gracias al comercio, las inversiones y la influencia cultural.

“No es un programa cerrado. Yo lo grafico como un gran paraguas que incluye billones de dólares en inversión en infraestructura, pero también es un posicionamiento geopolítico con eje en la seguridad nacional y un desarrollo socioeconómico hacia el interior de China”, explica el periodista e historiador Néstor Restivo. “China está camino, si ya no lo es, a ser el primer exportador e importador a escala global”, agrega el sinólogo.

Según Guo Cunhai, investigador y director en la Academia China de Ciencias Sociales (Beijing), el Gobierno chino ha propuesto la Iniciativa de la Franja y la Ruta por tres razones: “Primero, la cooperación regional abierta, salvaguardando el sistema de libre comercio global, lo cual está en línea con los intereses fundamentales de la comunidad internacional, manifiesta la búsqueda del bien común de la sociedad y es una exploración positiva de nuevos modos de cooperación internacional y gobernanza global, que agregarán nueva energía positiva a la paz y el desarrollo del mundo”, explica. “Segundo, el proyecto de conectividad promoverá el acoplamiento de las estrategias de desarrollo de los países a lo largo de la ruta, promoverá la inversión y el consumo, creará demanda y empleo, y mejorará los intercambios humanísticos”, agrega. “Tercero, China se adherirá consistentemente a la política de apertura al mundo exterior, construirá un nuevo patrón de apertura en todos los frentes y se integrará profundamente en el sistema económico mundial”, cierra Cunhai.

China y Argentina, ¿una relación tensa?

La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió el miércoles a una importante delegación de la República Popular China que participó en el Instituto Patria de la actividad “La iniciativa de la franja y la ruta: oportunidades y desafíos para América Latina”. La buena relación (previa a la llegada de Milei al poder) estuvo abonada por acuerdos beneficiosos para ambos países.

A pesar de las diferencias que el presidente argentino Javier Milei resaltó al principio de su mandato al decir que no iba a hacer “tratos con comunistas”, los vínculos comerciales con China no frenaron su marcha, tal vez solo la demoraron. Símbolo del pragmatismo y la necesidad de un socio comercial preponderante como China fue la reciente reunión del presidente argentino con su par Xi Jinping en la Cumbre de G-20 realizada en Brasil. Milei se desdijo a sí mismo en modo campaña, cuando había asegurado que jamás haría negocios con “comunistas”. “Es increíble porque ellos dan sin pedir nada a cambio”, exageró luego del encuentro.

Xi Jinping, nuevo líder mundial

El presidente de la República Popular China, Xi Jinping, sabe jugar partidos largos, fiel a la tradición de una de las civilizaciones más antiguas del mundo. “La Franja y la Ruta facilitan más ese comercio, abriendo caminos a los grandes excedentes chinos, como cemento y hierro. Para eso se necesitan más rutas, más trenes y más puertos. A su vez facilita las importaciones qué más precisan como alimentos para humanos y ganado, energía, petróleo, gas y minerales”, explica Restivo. “Los chinos están conquistando el mundo a través de su potencia exportadora e importadora”, resume.

La búsqueda de relanzar la antigua Ruta de la Seda en 2013 tiene además un eje importante en lo geopolítico. Estados Unidos domina el Pacífico, donde tiene apostados los mayores recursos militares entre bases, tropas y navíos. “Una posible cerrazón de esa vía comercial impulsa a China a desarrollar la vía terrestre hacia el oeste, en países como Kasajistán, Afganistán y Uzbekistán, de antiguo dominio soviético. Con el uso de diplomacia comercial va desarrollando infraestructura en estos países que le permiten no prescindir, pero sí planificar una más compleja salida por el Pacífico. El Océano Indico y el Estrecho de Malaca en el Sudeste Asiático complementan esa estrategia”, analiza Restivo.

Es por eso que un gran número de sinólogos observa la necesidad del desarrollo económico y social “hacia el interior” de China. Además de las prósperas ciudades costeras, la Ruta de la Seda engloba ese gigantesco proyecto de crecimiento continuo hacia el oeste.

“Más de 150 países y organizaciones internacionales han firmado con China MOUs (memorandos de entendimiento) para la cooperación de la Franja y la Ruta, que han permitido la articulación de esta Iniciativa con planificaciones semejantes de la ONU, la ASEAN, la Unión Africana, la Unión Europea, la Unión Económica Euroasiática y otras organizaciones internacionales y regionales, así como con estrategias de desarrollo de otros países pertinentes”, afirmaba Xi Jinping en el Segundo Foro de la Franja y la Ruta.

La iniciativa se incorporó a la Constitución de China en 2017. Y el gobierno la llama “un intento de mejorar la conectividad regional y abrazar un futuro más brillante”.​ El proyecto tiene como fecha de finalización el año 2049, un mojón más simbólico que real coincidente con el centenario de la fundación de la RPC. En 2019, un estudio encarado por consultores económicos globales pronosticaba que era probable que el proyecto de la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI por sus siglas en inglés) impulsará el PBI mundial en 7,1 billones de dólares por año para 2040.

De acuerdo al Ministerio de Relaciones Exteriores y al Ministerio de Comercio de China, la Iniciativa de la Franja y la Ruta está en consonancia con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. “Defiende los Cinco principios de Coexistencia Pacífica: respeto mutuo por la soberanía e integridad territorial de cada uno, no agresión mutua, no interferencia mutua en los asuntos internos de cada uno, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica”. La declaración oficial del Gobierno chino reza que “la Iniciativa busca el beneficio mutuo, está abierta a la cooperación y cubre, entre otras, la zona de la antigua Ruta de la Seda”.

Y como si hubiera alguna duda del carácter capitalista de la Ruta, el propio Gobierno chino explica sobre la iniciativa: “Sigue el funcionamiento del mercado; respetará las reglas del mercado y las normas internacionales, aprovechará el papel decisivo del mercado en la asignación de recursos y el papel principal de las empresas, y permitirá que los gobiernos cumplan con sus debidas funciones”. Y agrega: “Se trabaja para construir una comunidad de intereses, destino y responsabilidad compartidos caracterizada por la confianza política mutua, la integración económica y la inclusión cultural”.

Miradas argentinas desde China

“China llegó tarde a la Revolución Industrial”, resume el periodista Fernando Duclos, autor del libro “Un Argentino en la Ruta de la Seda”. “Un campesino chino vivía relativamente igual en el 1500 y en 1880, mientras que para un inglés, todo había cambiado en ese período. La Guerra del Opio introduce también una etapa llamada ‘la época de la gran vergüenza’, cuando China empieza perder con las potencias occidentales y la Guerra del Opio los humilla. Ahora China sí llegó a tiempo a la revolución digital. Y no los van a poder parar. En su intento de disputar hegemonía, de un modo muy distinto a como lo hace Estados Unidos, China instaura la nueva ruta de la seda comerciando productos pero también ideas, modas, tecnología y plataformas”, se explaya el autor, que recorrió media docena de países donde las inversiones chinas ayudan a un cierto nivel de crecimiento. “Son países con clara influencia soviética que miran cada vez más a China como un salvavidas económico”, subraya.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta, como prefieren llamarla los chinos, consolida su tránsito de país periférico a potencia mundial. Hace solo 50 años China ocupaba el puesto 60 entre los países más desarrollados. “La competencia con el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) por parte de Estados Unidos es un intento por contener su creciente importancia. Esa confrontación será aún más extensa e intensa que la ejercida contra la Iniciativa de la Franja y la Ruta”, señaló el académico Jiang Tianjiao en una actividad organizada por el CONICET de Argentina, abriendo el juego a ese gran vínculo entre las cinco economías más pujantes que a su vez incorporaron recientemente a Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

“La disputa EE.UU versus BRICS representa varias peleas: unipolaridad frente a la multipolaridad; hegemonía del capital financiero (BlackRock, etc.) y sus instrumentos (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) opuesto a los bloques productivos en defensa de la autonomía productiva y la soberanía económica; democracia liberal en crisis y sus emergentes violentos versus regímenes políticos soberanos que plantean formas alternativas de representación popular”, explica el analista internacional Federico Montero.

Tres datos ayudan a entender la importancia de este mega proyecto: con la Ruta de la Seda, el gigante asiático pretende enlazar su vínculo con el mundo incluyendo al 70% de la población mundial y el 75% de las reservas de energía conocidas, generando así el 55% del Producto Bruto Interno mundial.

Detractores de la nueva ruta de la seda

En una columna de opinión publicada en el diario La Nación, entre otros medios, el analista norteamericano Fraser Howie, expone otra cara del proyecto chino. Por supuesto lo hace desde la visión de Washington, pero quizá deja entrever alguna grieta en el proyecto.

“La BRI nunca fue caridad, ni ayuda, sino préstamos comerciales a menudo en condiciones relativamente elevadas. Pero se restó importancia al coste del préstamo, ya que los chinos estaban muy dispuestos a prestar dinero y construir proyectos aparentemente sin condiciones. Los préstamos garantizaban la penetración de China en mercados ricos en recursos naturales, como América Latina. A medida que los tipos de interés y la inflación han ido subiendo en los últimos años, muchos países del BRI se han visto en apuros financieros y necesitados de reestructuraciones de deuda o rescates. A diferencia de crisis anteriores, China es el acreedor más importante. La envergadura de los préstamos chinos significa que el compromiso chino debe ser parte de la solución, pero la opacidad de los acuerdos y el mosaico de los mismos significa que China también es en gran medida parte del problema. Pekín nunca había pasado por un ciclo de reestructuración de deuda semejante. Los bancos y países de los mercados desarrollados han trabajado en los marcos establecidos del Club de París y con el FMI o el Banco Mundial para abordar los rescates, pero a China le molesta trabajar en un enfoque multilateral de este tipo y prefiere el enfoque bilateral”.

A pesar de que le prensa hegemónica y sus usinas de propaganda quieran instaurar esta visión, la marcha china no se detiene. Las obras se concretan y los países siguen adhiriendo al BRI como forma alternativa de desarrollo con yuanes frescos.

“Hace más de 2000 años, enfrentándose a grandes dificultades, nuestros ancestros atravesaron las estepas y los desiertos y abrieron la Ruta de la Seda continental que comunicaba Asia con Europa y África. Desplegaron las velas y navegaron hacia países lejanos, partieron de casa para abrirse camino en el mundo y unir el Este con el Oeste a través de la Ruta de la Seda marítima. Estas antiguas Rutas de la Seda abrieron una nueva ventana a las relaciones de amistad entre los diferentes países, escribiendo un nuevo capítulo del progreso de la humanidad. La antigua Ruta de la Seda se extendió a través de miles de kilometros, y acumuló en el núcleo de su espíritu la sabiduría de la cooperación pacífica, de la apertura y tolerancia, del aprendizaje mutuo, del beneficio mutuo. Este ha sido el valioso legado a la civilización”. Las palabras de Xi Jinping dejan entrever algo de la raíz cultural de la china ancestral: una idea que se centra en una visión global, apalancada en lo comercial y cultural. O en palabras de Restivo: “China no inició casi ninguna guerra, tiene otra forma de pensar el predominio, muy distinta a la visión estadounidense. Es probable que nosotros desde aquí no podamos terminar de comprenderlo”.

De Beijing al mundo

Mientras tanto, miles de kilómetros de asfalto avanzan entre valles y montañas. Puertos, vías y trenes nuevos corren por Asia. Conexiones de fibra óptica, acuerdos comerciales y memorandos de entendimiento se firman con China con un objetivo muy claro de largo plazo que ya muestra resultados muy concretos hoy.

“En los últimos diez años, China ha firmado documentos de cooperación con más de 150 países y 30 organizaciones internacionales. El comercio de bienes de China con los países a lo largo de la Franja y la Ruta pasó de 1.04 trillones de dólares a 2.07 trillones, con una tasa de crecimiento anual promedio del 8%. Las empresas chinas invirtieron un total de 57.130 millones de dólares en zonas de cooperación económica y comercial en los países a lo largo de la Franja y la Ruta, creando 421.000 empleos locales y sacando a casi 40 millones de personas de la pobreza. La iniciativa de la Franja y la Ruta tomará firmemente el desarrollo de los países involucrados como el mayor denominador común de la iniciativa”, resalta con orgullo el profesor e investigador chino Guo Cunhai.

En la Puna, o en la proyectada planta nuclear Atucha III se ven los hilos de la Ruta de Seda. Hilos que recorren mucho más que los 12 mil kilómetros que separan Shanghai de Europa. Hilos que unen al mundo en uno de los mayores proyectos comerciales de la historia de la humanidad. Un camino que no sólo recorre Asia, África y Europa, sino que termina en cada rincón del planeta, muy a pesar de Estados Unidos. ¿Estaremos pasando de una supremacía occidental hacia un predominio oriental? Como un paño de seda, los chinos tejen su propia red de hegemonía, con una paciencia y perseverancia milenaria.

Notas Relacionadas

Vení de este lado, el pueblo te defiende

Vení de este lado, el pueblo te defiende

Las derechas recobran fuerza en todo el mundo y, en Argentina, reina un Estado de Malestar que promueve el odio, la…