La punta del ovillo de la economía argentina: ¿fuga de capitales o déficit fiscal?

La punta del ovillo de la economía argentina: ¿fuga de capitales o déficit fiscal?

El informe del investigador Pablo Manzanelli intenta arrojar un poco de luz en el panorama económico actual, en donde las imágenes del pasado se repiten.

“Una alternativa nacional y popular reside no solo en intentar mejorar la distribución del ingreso sino, paralelamente, en avanzar en un perfeccionamiento de la regulación de los grupos económicos locales y extranjeros, que son decisivos en la naturaleza de la fuga, así como en impulsar un nuevo proceso de industrialización que amplíe los campos de inversión sectoriales y procure subordinar la acumulación de los sectores dominantes a los requerimientos del desarrollo nacional”, sostiene Pablo Manzanelli, investigador del CONICET respecto a las problemáticas de la economía argentina.

En su informe de CIFRA/FLACSO (que lleva el nombre que da título a esta nota), Manzanelli aborda las claves de los problemas económicos de Argentina, realiza una cronología que recorre la historia de las medidas económicas implementadas por los distintos gobiernos y el eterno retorno de las políticas neoliberales que sólo terminan favoreciendo a los sectores dominantes.

Para Manzanelli, los problemas en el nivel de actividad, la inversión, el tipo de cambio y la inflación encuentran su explicación en dos visiones contrapuestas: para la visión ortodoxa, se da por el déficit fiscal; mientras que, para la heterodoxa, ocurre por la restricción externa.

Entre números, historia y el reciclado de “nuevas-viejas” medidas económicas

En el seguimiento histórico del crecimiento económico en Argentina, Manzanelli identifica que, durante la segunda fase de la industrialización sustitutiva (1958-1975), la visión heterodoxa (con una fuerte raíz estructuralista) sostenía que la restricción al crecimiento se producía por la incapacidad para importar. En otras palabras, había una crisis de la balanza de pagos derivada del déficit comercial, es decir que las exportaciones agropecuarias no alcanzaban para financiar las importaciones industriales.

Sin embargo, Manzanelli señala que esta dinámica observada en el período 1958-1975 está siendo puesta en práctica en la actualidad: “diversos economistas ‘neodesarrollistas’ la reproducen, sin tener en cuenta la irrupción de la valorización financiera, que operó como eje del proceso de acumulación de los sectores dominantes, a partir de 1976”, enfatizó.

El investigador observa que, en el período 1976-2023, las recesiones económicas se desvincularon del déficit comercial. Esto queda evidenciado en el hecho de que, solo en 4 de esos 20 años contractivos, se registró déficit de la balanza comercial (específicamente en 1981, 1999, 2018 y 2023). Además, se registraron 20 años de caída de la actividad económica sobre un total de 48 años, convirtiéndose en el período con mayor intensidad de recesiones (4 cada 10 años, en contraposición a 2 cada 10, ocurridas durante el período 1930-1976).

Eso demuestra que, ante las características del nuevo patrón de acumulación, las crisis que se manifiestan en el sector externo tienen como elemento decisivo la fuga de capitales al exterior. “En ese marco, la exigencia de sostener un superávit comercial es superior, dado que de allí se obtienen las divisas genuinas para intentar equilibrar lo que desequilibra la salida de capitales al exterior y los pagos de la deuda externa”, afirma Manzanelli.

La deuda externa, la fuga de capitales y los gobiernos nacionales y populares

En su trabajo, Manzanelli retoma el último documento de Cristina Fernández de KirchnerArgentina en su tercera crisis de deuda. Cuadro de situación”, en donde la expresidenta afirma: “En el modelo de valorización financiera de las experiencias neoliberales, los problemas en la balanza de pagos se producen por apertura indiscriminada de la cuenta capital, el ingreso de capitales especulativos y la toma de deuda para cubrir la salida de estos”.

Al respecto, Manzanelli realiza dos apreciaciones: la primera enfatiza que la salida de capitales también se ha podido verificar en los gobiernos nacionales y populares, en los que se logró restructurar la deuda externa en forma sostenible (2003-2015) pero no se pudo imponer un patrón de acumulación distinto. Esto se evidenció durante el gobierno del Frente de Todos, aunque, en este caso, no se avanzó en una restructuración sostenible de la deuda externa contraída durante la gestión de Macri.

La segunda apreciación del autor hace hincapié en que resulta necesario advertir que el proceso de endeudamiento es un vehículo para realizar las ganancias mediante la fuga de capitales al exterior. En ese sentido, el fenómeno de la deuda externa está más vinculado a la fuga de capitales que al déficit fiscal durante la valorización financiera.

Según la investigación de Manzanelli, entre 1976 y 2023 la deuda externa acumuló 286 mil millones de dólares, la fuga de capitales al exterior 351,9 mil millones de dólares, mientras que el déficit fiscal primario -que incluye el consolidado de Nación, Provincias y Municipios- 99,4 mil millones de dólares.

Para el investigador del CONICET, el problema más relevante que tiene la economía argentina es “la fuga de capitales al exterior, que más que triplica el déficit fiscal.” Entre las razones de la fuga, por un lado, la visión fiscalista sostiene que la salida de capitales al exterior obedece a la pérdida de confianza en la moneda local por efecto de las altas tasas de inflación; mientras que, para la visión neodesarrollista, las razones se encuentran en desequilibrios macroeconómicos que obedecen a la brecha fiscal, su financiamiento monetario, y a la escasez de dólares provocada por la incapacidad para importar.

La punta del ovillo

Respecto al núcleo central de las problemáticas económicas que enfrenta históricamente el país, Manzanelli sostiene: “Si se parte de que la fuga de capitales al exterior constituye la ‘punta del ovillo’ de los problemas que afectan a la economía argentina, la razón fundamental reside en la adopción de la valorización financiera como eje de la acumulación ampliada de capital por parte de los sectores dominantes, que termina difundiendo la ‘dolarización’ como estrategia de ahorro de los sectores de medios y de altos ingresos.”

Así, en una explicación histórica vinculada a la irrupción de la valorización financiera, el autor encuentra que, entre 1964 y 1974, dicha valorización surge de un intento de modificar estructuralmente la distribución del ingreso, a partir de la situación que habilitaba la muerte de Perón, intentando ponerle fin al “ciclo del eterno retorno” de los gobiernos nacionales y populares.

Esto puede reflejarse durante la última dictadura cívico-militar de 1976, donde el objetivo del crecimiento económico anterior fue reemplazado por la reestructuración económica, que interrumpiría la industrialización como forma de anular las condiciones estructurales que daban lugar a las alianzas sociales y permitían la emergencia de gobiernos nacionales y populares.

De este modo, según Manzanelli, la valorización financiera pasó a ocupar un lugar central en la acumulación de los grupos locales y empresas extranjeras, pero la desindustrialización afectó principalmente a las transnacionales que no se alinearon al nuevo bloque de poder.

En ese contexto, los grupos locales y algunos conglomerados extranjeros acentuaron su predominio económico, no solo en base a la valorización financiera, que fue el eje de su proceso económico, sino que también retuvieron y, en algunos casos, profundizaron, gracias a la promoción industrial de los años ochenta o las privatizaciones de los noventa, su importancia en la economía real. En otras palabras, la valorización financiera fue acompañada de un aumento de la concentración y centralización del capital y una profunda restructuración del entramado industrial.

Sin embargo, no debe pasarse por alto el contexto internacional que operaba en aquel entonces, un factor que incidía en la economía argentina: “Por supuesto que el sustento real de las nuevas estrategias económicas de los sectores dominantes radicaba en las también nuevas condiciones internacionales. Pero los condicionamientos externos no actúan en cada país de la misma forma, sino que lo hacen por intermedio de las causas nacionales. De allí, probablemente, su especificidad histórica”, afirma Manzanelli.

De hecho, es bajo aquellas circunstancias que la valorización financiera adoptó diferentes modalidades, de acuerdo a los condicionamientos nacionales e internacionales: Entre 1976 y 2001, la versión “clásica” se sustentó en el endeudamiento externo privado, la valorización interna en base al diferencial positivo entre la tasa de interés local y la internacional, y la realización de las ganancias financieras mediante la fuga de capitales al exterior.

Por otra parte, la segunda modalidad de la valorización se desplegó durante el gobierno de Macri, en donde el endeudamiento externo fue principalmente del sector público, que garantizaba una elevada rentabilidad financiera en dólares a partir de ubicar la tasa de interés local por encima de la variación del tipo de cambio, hasta que estalló la burbuja en 2018.

Asimismo, Manzanelli destaca que, en el medio de esos procesos, hubo un intento de modificar el régimen económico en el marco de los gobiernos nacionales y populares (2003-2015). Pero la expresión de la preeminencia de la valorización financiera fue que los estímulos macroeconómicos a la inversión productiva-industrial no alcanzaron para modificar el patrón de acumulación de los sectores dominantes, lo que se expresó en una masa de ganancias no reinvertidas que derivaron en la salida de capitales al exterior y en una elevada exigencia al superávit comercial para financiarla.

En síntesis, el autor identifica la fuga de capitales como un elemento decisivo en la estrategia de acumulación de los sectores dominantes que no se trata de “un relato entre buenos y malos”, sino que tiene como objetivo “resaltar las limitaciones que implica la subordinación del rumbo económico a la estrategia actual de los sectores dominantes”, ya que, solo así se podrá avanzar hacia un modelo paralelo que demuestre que otro tipo de acumulación funcional al crecimiento nacional es posible.

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