La nueva composición de la restricción externa en el marco de la imposición de la valorización financiera en 1976

La nueva composición de la restricción externa en el marco de la imposición de la valorización financiera en 1976

En su informe, Eduardo Basualdo analiza de la dictadura al rol de los grupos económicos y el capital financiero en la economía libertaria.

“El déficit fiscal no se origina fundamentalmente en el enriquecimiento de la ‘casta’ o integrantes del sistema político, como dice el relato esgrimido por el actual gobierno, sino que primordialmente proviene del núcleo central de los sectores dominantes que, en esta etapa, impulsan como sus representantes políticos a los libertarios, lo cual habla de una situación de una tergiversación y cinismo político inédito”, afirma Eduardo Basualdo respecto de la actual situación presupuestaria del país.

En su último informe de CIFRA/FLACSO -que da título a esta nota-, el historiador y economista analiza el nuevo patrón de acumulación de capital que se originó a partir del ciclo de dictaduras que sufrió el país desde el golpe de Estado de 1955. Según Basualdo, esa acumulación financiera permitió la instalación de la industria pesada en el país, basada en el predominio e inversiones del capital extranjero, especialmente norteamericano, que se puso en marcha en 1958 bajo el gobierno condicionado de Arturo Frondizi y culminó en 1975.

Sin embargo, el principal riesgo que contemplaba ese modelo radicaba en la superación del modelo “stop and go”, un fenómeno económico de tipo estructural que impedía encarar una senda de crecimiento económico ininterrumpido.

En ese sentido, el problema central era lograr superar la denominada “restricción externa”, es decir, el proceso económico por el cual las importaciones (fundamentalmente demandadas por la producción industrial) superaban a las exportaciones (principalmente agropecuarias) determinando que el saldo comercial fuera negativo y exigieran una reducción del PBI.

Para el investigador del CONICET, durante la vigencia del patrón de acumulación de capital ya mencionado, la restricción externa pudo ser superada a partir de 1963-1964, ya que, a partir de ese momento, el saldo comercial es positivo, salvo años excepcionales.

Respecto a las razones por las cuales ocurrió dicho fenómeno, Basualdo sostiene que se trató de “la conjunción de varios procesos que se plasmaron en esos años”: El primero de ellos fue la consolidación de la inversión extranjera e interna, que implicó el desarrollo de la industria pesada (siderurgia, automotriz, química y petroquímica); a esta situación se le sumó el endeudamiento externo privado, en función de la expansión industrial y no de la valorización financiera.

Por otra parte, fue un factor fundamental en el saldo comercial positivo del período el significativo incremento de la modernización de la infraestructura, que permitió aumentar la productividad en general y especialmente industrial, lo que dio lugar a la irrupción de la denominada “patria contratista”. Además, el autor hace hincapié en el incremento de la productividad agropecuaria, a partir de la instalación de la fabricación local de la maquinaria agrícola, principalmente del tractor; y finalmente, destaca la creciente exportación de productos industriales.

Entre los resultados de la superación de la restricción externa entre 1964 y 1974, Basualdo destaca: la expansión ininterrumpidamente del crecimiento industrial, a prácticamente el 8% anual, siendo el más importante hasta ese momento, mientras que el PBI superó largamente el 5%; el empleo industrial creció al 2% anual llegando a ocupar 1,6 millones de trabajadores; en consecuencia, la productividad sectorial también aumentó a una tasa de alrededor del 6% anual, sobre la base de la expansión de las ramas industriales dinámicas (metalmecánica, químicos y petroquímicos), las cuales, en 1974, representaban el 50% del producto industrial; finalmente, también se incrementaron los establecimientos industriales en un 25% y, aquellos con más de cien trabajadores, ocupaban, en 1974, la mitad de los trabajadores y generaban el 75% de la producción sectorial.

Las medidas económicas de la última dictadura: recetas de ayer y hoy

“La segunda etapa de sustitución de importaciones por parte de la dictadura cívico militar, a partir de 1976, implicó un giro profundo y simultáneo en el plano económico, social y político que es inédito históricamente. Por supuesto, la composición y evolución de la restricción externa se encuadró dentro de esta situación excepcional y trágica para el pueblo argentino”, describe Basualdo respecto a la transformación de la restricción externa basada en la acumulación por valorización financiera que tuvo lugar en el último golpe de Estado.

Según el autor, en dicho período se sucedieron dos transformaciones importantes: la primera es la fuga de capitales locales al exterior, un elemento que Basualdo califica como decisivo, tanto en la restricción externa como en la conformación del nuevo patrón de acumulación de la valorización financiera. “Ambos aspectos ausentes en el análisis y el debate político y social, pese a su incidencia decisiva en la Argentina actual”, agrega Basualdo.

Por otra parte, la segunda de las transformaciones se halla en el momento en que, estructuralmente, se estaba consolidando la superación de la restricción externa, sobre la base de la obtención de un saldo positivo y creciente de largo plazo en la balanza comercial. Ese proceso se interrumpe debido a que el mismo se ve superado por la fuga de capitales locales al exterior.

La fuga de capitales, la “casta” y los libertarios

Para mayores precisiones sobre este punto, Basualdo define que “la fuga de capitales ocurre cuando determinada cantidad de recursos se dolarizan y se remiten al exterior o permanecen en cajas de seguridad. En resumidas cuentas, cuando los recursos dolarizados se retiran del circuito económico del país”.

Al respecto, el investigador indica que hay dos tipos de fugas: la que realizan los grupos económicos, tanto locales como extranjeros, e incluso las firmas oligopólicas cuyo capital no pertenece a un grupo económico (modalidad que representa aproximadamente el 80% del monto fugado desde 1976, que es equivalente a más de un PBI); y la que llevan a cabo las personas físicas, especialmente los accionistas y funcionarios de los propios grupos económicos que, estimativamente, concentran un 10%, mientras que el 10% restante está en manos de sectores medios que adquieren divisas como medio para proteger sus ahorros de los procesos inflacionarios.

En cuanto a la imposición de la valorización financiera por parte de la dictadura cívico militar, Basualdo observa que el hecho implicó una modificación cualitativa de la restricción externa, debido a que, a dicha variable, se le agrega ahora la fuga de capitales locales al exterior como núcleo central de la misma.

Asimismo, destaca que “los recursos fugados afectan centralmente a la formación de capital y no al consumo de los sectores de altos ingresos y, de esa forma, restringen la expansión industrial, el crecimiento y el nivel de empleo, además de que cercena las reservas de divisas, impulsando el notorio endeudamiento estatal para cubrir el faltante de divisas para garantizar esa fuga y el funcionamiento económico.”

Por último, Basualdo insiste en el efecto negativo de la situación en las finanzas del sector público, debido a que, en una proporción claramente mayoritaria. Para el investigador, “esos recursos evaden sus obligaciones fiscales” o, dicho de otra manera, “impulsan el déficit fiscal”, lo que demuestra que el mismo tiene su origen en los grupos económicos y el capital financiero, representados actualmente por el gobierno libertario de Javier Milei.

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