
No votarás
- Columnas
- 16 de mayo de 2025
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Por Artemio López*
Votó ya el 15% del padrón nacional de electores y cuando mañana se realice la elección en CABA el 23% de los habilitados habrán votado.
Pero, en rigor, ¿lo habrán hecho todos?
Los datos comparados son contundentes. Al respecto señala Adrián Caneto (politólogo US).
“En las elecciones del domingo pasado, los votos válidos emitidos en Chaco 50.8% (en 2001, 69%); en Salta 53.5% (en 2001, 58%), en Jujuy 59% (en 2001, 55.8%) y San Luis 54% (en 2001, 71.1%).
En la Convencional de Santa Fe en abril fue el 51.1% (en 2001, 45%)
En las legislativas de octubre del año 2001, los votos válidos apenas llegaron al 57.37% del padrón nacional producto del alto nivel de votos en blanco o anulados 24% más un 19% de abstención.”
Como sabemos, el abstencionismo aumenta entre los segmentos más vulnerables lo que sesga el sistema de preferencias “hacia arriba” de la pirámide social. Atención entonces a lo que pasa “por abajo”, donde el sentido de ir a votar se diluye. Por otra parte, el rechazo a la oferta electoral en épocas de penurias socioeconómicas, no es novedad.
En octubre de 2001 y antes de la mega crisis, en CABA “ganaron” la elección las fetas de salame, mortadela, salchichón y figuras memorables como Clemente, Bin Laden o Mafalda.
Más allá de las comparaciones, la caída notable en la participación actual debe ser analizada junto a la fragmentación de la oferta electoral que llega a tal punto que resulta indescifrable el despliegue nacional de cada fuerza, mientras la oferta oficialista provincial teóricamente la ganadora, también cae.
Por caso en Santa Fe, el gobernador Pullaro pierde 500.000 votos respecto al 2023, y sin embargo festejó. No fue el único, lo hicieron todos, desde Macri a Milei y este domingo será el turno del festejo de los candidatos porteños, incluido Caruso Lombardi. Humo.
Lo cierto es que el plexo nacional de los partidos políticos parece estar en crisis.
La UCR que, a pesar de sus triunfos distritales, no logra ni logrará articular una oferta nacional.
La coalición de ultraderecha también parece no definir un perfil nacional sólido pues más allá del triunfo en Salta Capital, toda su performance “exitosa” fue coaligado y cuando no, sus resultados como en San Luis, fueron como mucho, magros.
El peronismo merece especial atención. Tanto la eliminación de las PASO y los desdoblamientos electorales, cuanto la asignación de responsabilidades a la hoy presidenta del PJ nacional por los magros resultados obtenidos en las provincias intervenidas, “olvidan” que la estructura del PJ es un espacio institucionalmente esclerosado, ponerlo en funcionamiento demandará tiempo y, aún así, en este contexto de crisis de participación, es muy difícil que se logre revivirlo.
¿Se encamina el peronismo a repetir el síndrome UCR, algunos resultados provinciales exitosos, pero ausencia de despliegue nacional?
Estos acontecimientos electorales se implican con profundo fenómenos de estructura. Algunos:
- Agravamiento creciente de la inequidad distributiva, la pobreza y condiciones materiales de existencia de una mayoría creciente de la población
- Virtual tupacamarización del territorio nacional, donde las regiones atractivas para la extracción de recursos cobran autonomía creciente respecto a la unidad jurídica, política y socioeconómica nacional.
- Pérdida de la soberanía nacional como nunca antes se observó, a punto de convertir al país en una pieza de la geopolítica norteamericana en la región y la intervención directa de los dispositivos de control como el FMI ya no solo en el diseño de las políticas socioeconómicos, sino en la orientación del voto.
- La certeza de que “se elija a quien se elija”, nada trascendente será decidido por los dirigentes electos.
Es insólito, pero el más “honesto” en marcar esta penosa circunstancia, fue “el ministro estrella”, Luis Caputo, “Toto” para los amigos (no es nuestro caso), cuando advertía, con regocijo, que “el modelo de llegada” del actual gobierno era Perú.
Ahí el Banco Central tiene una misma conducción que perdura ya dos décadas, mientras en igual lapso, los presidentes (incluso de orientaciones diversas), terminaron tras las rejas. Si esto se lograra, la pregunta lógica es: ¿Para qué ir a votar?
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*director de Consultora Equis