La Dinámica de lo Impensado
- ALERTA!Columnas
- 5 de mayo de 2024
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Por Artemio López
Cuando en el año 1983 tras la crisis del plan económico social dictatorial iniciado por el neoliberal José Alfredo Martínez de Hoz se recuperó la democracia, el candidato “puesto” era el peronista Ítalo Argentino Luder. Los resultados fueron ampliamente favorables para el candidato radical Raúl Alfonsín, que entonces obtuvo la mayoría con el 51,75% de los votos muchos de los cuales eran tradicionalmente peronistas, contra el 40,16% del candidato Luder, el “número puesto”.
Cuando tras la crisis del plan Austral y su sucesor el plan Primavera, en agosto de 1988, la híper inflación desarticuló totalmente el orden social, el candidato “evidente” a reconducir la crisis era el peronista Antonio Cafiero, que previo a asumir la presidencia debía tramitar una interna con un triunfo ya cantado. Los resultados de la interna peronista y la elección presidencial fueron en favor de un cuasi ignoto peronista, el inefable Carlos Saúl Menem.
Fernando de la Rúa siempre atento a la subjetividad de la época, fue la excepción que confirma la regla. El apodado “chupete” ya desde dos años antes era obvio que iba a ser presidente. Efectivamente lo fue en diciembre de 1999 y se retiró en helicóptero el 20 de diciembre del año 2001, completando sus cuatro años de gobierno: dos años virtuales, encabalgado en las encuestas y analistas de ocasión y otros dos ya en Balcarce 50, empobreciendo, desempleando y reprimiendo a la sociedad, siempre de la mano del “Déficit cero”, un slogan recurrente.
Tras la mega crisis del año 2001, los candidatos evidentes eran muchos, todos peronistas claro, desde Eduardo Duhalde que dejó su deseo presidencial en la masacre del puente Avellaneda, hasta Carlos Reuteman, que vió una luz. Se apuntaba también al lote de “cantados” José Manuel De la Sota que no despegó nunca del 5% de intención de voto e incluso el Adolfo Rodríguez Saá., que histriónico nos prometía plantar un millón de árboles y resolver el tema de desempleo galopante.
El que finalmente recondujo magistralmente la crisis de salida del ciclo neoliberal de casi 25 años fue, sabemos, Néstor Carlos Kirchner, hasta ese momento un desconocido gobernador patagónico, cuyo apellido resultaba poco amistoso para amplias franjas populares, que a falta de un mejor “recurso narrativo”, lo llamaban Kissinger.
Tras el cierre del primer ciclo kirchnerista en el año 2015, el hoy libertario pero entonces peronista Daniel “Pichichi” Scioli era el candidato “evidente”, que desde hacía dos años encabezaba las encuestas e incluso había lanzado su candidatura 24 meses antes de la elección, otro récord del gran motonauta argentino. El resultado fue inesperado y aun perdiendo las PASO con amplitud, Mauricio Macri logró imponerse en segunda ronda.
Tras el desastroso macriato, en medio de una mega crisis de deuda e ingresos familiares y habiendo duplicado el desempleo y la pobreza, el candidato surgido del tuit de Cristina Kirchner solo estaba en los planes del simpático sabueso Dylan y no era “evidente” para nadie, propios o extraños.
Luego del lamentable gobierno del FDT o “Fue De Terror”, el candidato “posta” era el alcalde portuario Horacio Rodríguez Larreta, que billetera en mano ejercía la presidencia, sostenido por la Patria Consultora desde al menos 24 meses antes de octubre de 2023.
No solo (ay) Horacio perdió la interna con una impensada Patricia Bullrich, sino que los candidatos “evidentes” de Juntos por el Cambio y la rebautizada Unión por la Patria, resultaron derrotados por, según la revista médica británica BMJ, “el panelista televisivo, asesor sexual y ex economista” Javier Gerardo Milei, el Psycho Killer que hoy engalana el sillón de Rivadavia.
Dante Panzeri es el que mejor definió el reino de la incertidumbre caracterizando entonces al fútbol como “dinámica de lo impensado”. Con esta notable alegoría, este gran periodista hace 57 años lanzaba una crítica a la parafernalia del espectáculo, del periodismo, del intelectualismo, de la falsa profesionalización del deporte, que nombra las cosas de forma complicada para que parezcan nuevas. Por más orden que busquemos, por más ciencia que hagamos, el partido se decidirá por el arte de lo imprevisto.
Pues bien, la asociación de fútbol y política no es nueva, pero en esta dimensión que transitamos acá, estimamos que si lo es.
En general pero particularmente tras las crisis recurrentes que vivimos en nuestro país – y hoy nos encaminamos a otra muy superior – habrá “candidatos puestos”, encuestas que los sostengan, asesores que dibujen una, dos, mil muecas de ocasión, pautas publicitarias, slogans y el tradicional coro de ortivas que exalten las virtudes del elegido, nuevas propiedades que como la aspirina, irán descubriendo cada día.
Nunca sin embargo habrá certeza alguna, la política en general y en la crisis y su reconducción en particular también se rige por la dinámica de lo impensado de la que hablaba Panzeri en 1967, porque, como canta Eddie Vedder, en la práctica política nada es como parece.
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