Horacio Verbitsky: Stress es tres – El Cohete a la Luna
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- 22 de octubre de 2023
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El director español Carlos Saura filmó en 1968 la película Stress es tres, sobre un trío en el que dos hombres terminan a los golpes por una mujer. Tan viejo como la humanidad y tan actual como las elecciones presidenciales, donde Javier Milei y Sergio Massa pugnarán por llegar a la confrontación decisiva dentro de 28 días, cuando se celebre el balotaje (siempre que ninguno de ellos se imponga en la primera vuelta de hoy).
En el cierre de su campaña, Patio Bullrich admitió que su máxima ambición es llegar a esa instancia en lugar de alguno de sus dos competidores. Tampoco Massa se ilusiona con superar los mínimos constitucionales (llegar al 45% o al 40% con al menos 10 puntos de diferencia sobre quien le siga) y pone toda su libido en estar presente el domingo 19 de noviembre. Sólo Milei fantasea con la posibilidad de ser el Presidente electo desde esta noche, aunque su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, cometió un lapsus significativo durante una entrevista: quiso decir que no dudaban del triunfo, pero en vez de estamos seguros le salió estamos segundos.
Se va haciendo un hábito que la candidata a Vice contradiga afirmaciones de otros miembros de LLA. Esta semana refutó a la candidata a diputada bonaerense, Lilia Lemoine, quien postuló que los hombres puedan renunciar a la paternidad, en caso de embarazos no buscados, en que la mujer no quiera abortar. “Es un crimen de cualquier modo”, replicó Villarruel.
En la otra elección decisiva de hoy, donde puede votar el 38% del padrón nacional, los requisitos son distintos: basta ser la primera minoría para alcanzar la gobernación de la provincia de Buenos Aires, cualquiera sea el porcentaje. Esto favorece al actual titular, Axel Kicillof, ya que el voto opositor se dividirá entre el empresario Néstor Grindetti y la víctima de la inseguridad compensada con cargos estatales, Carolina Píparo.
Asuntos de familia
Desde los seis años, Bullrich se declaraba convencida de que alcanzaría la presidencia. Esa notable fantasía era compartida por su rival en la interna cambiante, Horacio Rodríguez Larreta, reciclado ahora a potencial jefe de gabinete en el hipotético gobierno de Bullrich. Ambos provenían de familias de la oligarquía bonaerense, ella por la vía de su madre, Julieta Luro de Pueyrredón (un apellido compuesto, al que luego sumó el de su esposo, el médico Alejandro Bullrich, cuya clínica cardíaca no se llamaba Bullrich, sino Pueyrredón) Él por ambas ramas, los Rodríguez Larreta paternos y los Díaz Alberdi de su madre.
Los dos han tenido familiares en cargos de primer nivel nacional, dos intendentes de Buenos Aires ella, un Procurador General de la Nación él. La abuela de Patio poseía 22.000 hectáreas en Hornos. La psicoanalista Liliana Eva Dabbe, quien militó durante décadas junto a ella, narra que el financiamiento de la actividad nunca fue problema para Patio Bullrich. Entre quienes aportaron dinero en efectivo para sostenerla, menciona a Muhammar Ghadafi y a Carlos Menem.
Detenida en 1975 durante la turbulenta presidencia de Isabel Martínez, los contactos familiares le permitieron recuperar la libertad y, luego del golpe de 1976, dejó el país. Su hermana mayor, Julieta, murió en 1983, en Francia, al chocar el auto que conducía su pareja, Rodolfo Galimberti.
El acercamiento a Rodríguez Larreta procura consolidar el voto obtenido en las primarias, cosa que ponen en duda sus rivales. Massa lo ve como una debilidad, para Milei es otra manifestación de la casta.
Oratoria impecable y hándicap
Massa ha desplegado en la campaña todos los temas del peronismo histórico y ha asestado golpes de efecto contundentes. Apenas un centenar, sobre una decena de millones de usuarios del transporte público, llenó el formulario para renunciar al subsidio al boleto de trenes y colectivos, lo cual demuestra que el discurso contra los subsidios carece de arraigo social. En contraste con Bullrich, Massa es un orador impecable y, a diferencia de Milei tiene un discurso estructurado. Su hándicap es el 12,7% de inflación mensual del mes pasado, que trepó al 15% en alimentos. No ha dejado de denunciar el carácter inflacionario del acuerdo con el FMI y la promesa de renegociarlo si accede a la presidencia, pero como ministro de Economía no puede evitar que las esquirlas de ese estallido caigan sobre su campaña, en mayor medida que la navegación de Martín Insaurralde por el Mediterráneo con la fotomodelo de los novios adinerados.
Por si, como se presume, pasa a la segunda vuelta con Milei, ya están preparando la artillería para castigarlo por las tarjetas de Chocolate Rigaud. La señal de cable del diario Clarín brindó amplio espacio al militante del Frente Renovador, Emiliano Funes Ayerdi, quien incriminó al concejal Facundo Albini y a los diputados Rubén Eslaiman y Juan Malpeli, todos del partido de Massa, aunque no suministró ninguna prueba de que recibieran dinero del coleccionista de tarjetas. La campaña de Bullrich se ha centrado en el exterminio del kirchnerismo. Sin embargo, su clientela electoral se superpone con la de Milei. Para este dilema, ha circulado un consejo muy simpático:
Con el mazo dando
En el cierre de la campaña de Milei en un estadio bonaerense, su mentor ideológico, Alberto Benegas Lynch (h), propuso romper relaciones con el Estado Vaticano. Luego de aclarar que hablaba a título personal y que los liberales no actúan como manada, Benegas Lynch (h) señaló: “Por consideración y respeto a mi religión católica creo que habría que imitar lo que hizo el Presidente Roca y suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano mientras allí prime el espíritu totalitario”. Un público con predominio de jóvenes respondió gritando: “Libertad, libertad”. Benegas Lynch (h) también recomendó leer una declaración suya de mayo, en la que califica de marxista a la Teología de la Liberación, tal como la formuló en la década de 1960 el sacerdote y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez. El arzobispo porteño Ignacio García Cuerva se declaró azorado por esa respuesta colectiva. No dijo si la Iglesia Católica propiciará el mismo boicot que en 2015 hundió la candidatura de Aníbal Fernández, a quien en cadenas de oración se acusaba falsamente de narcotraficante.
Es improbable que Benegas Lynch (h) ignore que en la década de 1970 coincidía con su crítica a la Teología de la Liberación el joven provincial de la Compañía de Jesús, Jorge Mario Bergoglio, quien exaltaba en cambio los valores de la cristiandad colonial, como consta en artículos publicados en la revista teórica jesuita que dirigía, Stromata. Esa fue la clave de su conflicto con los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, que adherían en la práctica a aquellos postulados teóricos, y a quienes Bergoglio intentó someter a la rígida disciplina ignaciana. Como se negaron, los desprotegió frente a la dictadura militar, origen del secuestro que padecieron.
El hijo de Benegas Lynch (h), del mismo nombre pero a quien llaman Bertie Benegas Lynch, candidato a diputado nacional de La Libertad Avanza por la provincia de Buenos Aires, dijo ante la señal de cable de La Nación que coincidía con su padre. Al igual que él, se declaró católico y, como tal, afirmó que el Papa tiene “desvíos. Recordemos que la misa inicial de su papado fue con Gustavo Gutiérrez, que es uno de los impulsores de la Teología de la Liberación. Después ha dicho que su mentor era Monseñor Angelelli, que daba misa con la bandera de Montoneros con los fusiles cruzados atrás en el altar. Permanentemente en sus declaraciones está atacando el séptimo y el décimo mandamiento respecto a las tiranías, ha omitido condenarlas, y cuando no ha hecho guiños simpáticos a lo que era el régimen castrista, chavista y demás. Está dando crédito a tiranías opresoras y asesinas”. Lo mismo había afirmado hace un par de semanas el propio Milei. El séptimo mandamiento dice: “No cometerás adulterio” y el décimo: “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su siervo ni a su esclava, ni su buey ni su asno, ni nada que le pertenezca a tu prójimo”.
Tanto Milei como Victoria Villarruel aclararon que las declaraciones de Benegas Lynch (h) fueron a título personal y que seguir su recomendación “sería de una irresponsabilidad enorme”. El Papa por su parte, había parangonado a Milei con Hitler (“Adolfito”, lo llamó) y con el flautista de Hamelín. “Le tengo mucho miedo a los flautistas de Hamelin porque son encantadores. Si fueran de serpientes, los dejaría. Pero son encantadores de gente y la terminan ahogando. Gente que se cree que de la crisis se sale bailando al son de la flauta con redentores hechos de un día para el otro”, dijo en una entrevista con la directora de Télam, Bernarda Llorente. También aludió a Milei como un “payaso del mesianismo”. Según Villarruel ni esas frases del Papa, ni las de Milei que lo acusaron de defender a dictaduras sangrientas y la justicia social que, a su juicio, “es avalar un robo”, tienen relevancia como para llevar a la suspensión de relaciones, “dado el importante componente religioso en nuestro país”. Para Milei, Bergoglio es “un sorete mal cagado”. Villarruel, en cambio, lo llama Su Santidad, con mayúsculas. Mientras el candidato presidencial estudia la Torá y declara que está considerando convertirse al judaísmo, su compañera de aventura forma parte de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, fundada por el obispo cismático Marcel Lefebvre. Los lefebvristas también consideran comunista al Papa Francisco.
Tanto o más conflictivo resultó para Milei otro de sus maestros, el economista y filósofo francés Guy Sorman, del que fue discípulo durante una de sus visitas a Buenos Aires. Según Sorman, “Milei dice que es liberal. En primer lugar, está loco, y solo en segundo lugar es liberal. Si es elegido, todo saldrá mal porque está totalmente loco y la gente dirá: ‘De esto se trataba el liberalismo. Locos destruyendo aun más el país'”.
Ruptura y reconciliación
El episodio que invocan los Benegas Lynch merece ser recordado en detalle. En 1884, el vicario a cargo de la diócesis de Córdoba, canónigo Jerónimo Clara, prohibió en una carta pastoral que los católicos enviaran a sus hijos a la Escuela Normal, porque la directora, Francisca Armstrong, era protestante. El clero cordobés respaldó a Clara y durante una concentración de jóvenes católicos un canónigo llegó a postular que Roca era un apóstata que debía ser separado de la presidencia. El Procurador del Tesoro, Eduardo Costa, dictaminó que, como empleado público, el vicario Clara podía ser separado de sus diócesis, y Roca lo hizo, en defensa del “decoro de la Nación”. La cuestión no era sólo argentina y entre 1885 y 1892 el papa León XIII emitiría varias encíclicas en defensa de la enseñanza religiosa y en repudio del liberalismo y la masonería, referidas a Italia, Irlanda, Escocia, Canadá, Polonia y Hungría.
La suegra de Roca, Eloísa Funes, y la esposa del gobernador de Córdoba, Florinda Gavier, quienes fueron acompañadas por la directora Armstrong, le solicitaron a Matera que levantara el anatema sobre quienes concurrieran a la Escuela Normal, pero el delegado apostólico se negó y el ministro Eduardo Wilde le reprochó a la profesora Armstrong haberse acercado “al señor Matera” porque “nada tiene que ver con las escuelas de la República Argentina”.
Matera se dirigió entonces a Roca en términos irrespetuosos y el Presidente le dio 24 horas para dejar el país. “Se trata de importaciones peligrosas contra las cuales nunca estarán de más todas las precauciones que puedan tomar nuestras juntas de higiene moral”, le advirtió Roca al Presidente del Uruguay. Su aire de familia con la diatriba de Milei es ostensible.
Si al iniciar su mandato, Roca intentó celebrar un Concordato con la Iglesia, al concluirlo reivindicó el rol del Estado como “patrono de la soberanía nacional” y en consecuencia también de la Iglesia, y como tal su intervención en el nombramiento y la destitución de curas. Además dispuso que la Cámara Civil fuera el tribunal de apelación de los tribunales eclesiásticos.
No obstante, Roca trató de que la ruptura no fuera total. Afirmó que Matera no había seguido instrucciones del Vaticano sino inspiraciones propias y envió un emisario a Roma con el propósito de conseguir que León XIII desautorizara a su delegado, cosa que por supuesto no consiguió.
Con la conquista del desierto Roca había sido soldado de la Iglesia en su misión de ocupar América por la raza blanca y difundir el cristianismo. Fue incluso padrino en la consagración del delegado apostólico Matera, por lo que la prensa liberal lo había bautizado “el acólito”. Pero los católicos lo acusaron de poner el prestigio ganado en esa cruzada al servicio de la ideología revolucionaria que procuraba la descristianización del país.
La obstrucción al tránsito
Roca era el emergente de una situación colectiva. En 1887, el intendente Torcuato de Alvear prohibió las procesiones religiosas alegando que obstruían el tránsito. El matrimonio se regía por la ley canónica hasta que en 1888 la ley de matrimonio civil suprimió la jurisdicción eclesiástica. Su aprobación fue por mayorías muy amplias en ambas cámaras, pero no llegó a contemplar el divorcio, que León XIII había condenado en su segunda Encíclica. La ley incluyó sanciones para los párrocos que no exigieran la constancia del acto civil antes de iniciar la ceremonia religiosa.
Según la principal figura del catolicismo argentino de la época, José Manuel Estrada, los poderes públicos debían subordinarse al Dios Todopoderoso en cuyo nombre se dictó la Constitución. Cuando el gobierno de Juárez Celman intentó que el ministerio de Educación controlara los programas de estudios de los seminarios católicos, Estrada escribió en son de combate: “Si el Estado, lejos de ser auxiliar de la Iglesia, continúa siéndole hostil, la Iglesia necesita obrar directamente sobre el pueblo cristiano para defender y restaurar el Reino de Cristo”. Ante la perspectiva de una “tiranía secular sobre nuestra Santa Madre”, agregó Estrada, “nada tenemos ya que perder”. Con esa convicción la Unión Católica participó a través de la Unión Cívica en la revolución de 1890 que forzó la renuncia de Juárez Celman, y en 1892 intervino en la elección del católico Luis Sáenz Peña.
Para justificar la revolución, Estrada apeló a un enfoque escolástico que haría escuela en el siglo siguiente: al violar la ley natural, el gobierno había perdido su legitimidad. Si bien el propósito declarado era actuar dentro del cauce democrático y republicano, la vía revolucionaria quedaría abierta como recurso supremo cada vez que un gobierno no satisficiera las posiciones católicas.
Una secularización incompleta
La secularización de la sociedad argentina emprendida por una burguesía liberal que importó su modelo económico de Londres y su modelo cultural de París fue incompleta. Las leyes de enseñanza laica y del registro civil de nacimientos, matrimonios y sepelios redujeron la influencia eclesiástica. Pero, a diferencia de los países vecinos, el impulso reformista no alcanzó para separar al Estado de la Iglesia. La Constitución brasileña aseguró en 1891 que ningún culto o iglesia gozaría de subvención oficial, ni tendría relaciones de dependencia o alianza con el gobierno. Todas las confesiones se ejercerían con libertad en forma pública. También dispuso que la enseñanza sería laica, los cementerios seculares y el matrimonio civil.
El divorcio por mutuo consentimiento fue ley uruguaya en 1907 y por la sola voluntad de la mujer en 1913. La separación de la Iglesia Católica y el Estado fue incluida en la Constitución oriental en 1919.
Ni hablar de la radical Constitución mexicana de 1917 y su legislación complementaria de 1924, que prohibió las escuelas religiosas, confinó los actos de culto al interior de los templos, transfirió al Estado todas las propiedades eclesiásticas, proscribió cualquier actividad o pronunciamiento político de sacerdotes y publicaciones religiosas.
En plena guerra civil estadounidense Pío IX reconoció al gobierno confederado sudista. Una de las figuras centrales del Episcopado estadounidense consideró atroz la emancipación de los esclavos porque condenaría a la ruina económica a los estados del sur y a la ruina moral a sus presuntos beneficiarios, que no estaban preparados para la libertad.
La derrota de los confederados en la guerra civil estadounidense terminó con la economía de plantación, sentó las bases para el desarrollo industrial y la democracia plena. El ordenamiento social argentino en cambio fue equivalente a una victoria del sur en la guerra civil norteamericana. La clase que había organizado la Nación Argentina y aprovechado los términos favorables del intercambio para integrar la producción pampeana al mercado mundial no contó con un partido político que defendiera sus intereses dentro de la competencia electoral, ni supo articular un discurso coherente de respuesta a los grandes movimientos de masas del siglo XX que por derecha e izquierda jaquearon al liberalismo en su cuna europea.
Aunque luego degeneró en una burocracia reelectiva, México llevó a cabo una revolución popular. Brasil, Chile y Uruguay tuvieron gobiernos burgueses basados en partidos relativamente poderosos, aquellos que cortaron el cordón umbilical según la consigna de Montalembert y Cavour: “La Iglesia libre en el Estado libre”.
A diferencia del estadounidense, el brasileño, el chileno o el uruguayo, el liberalismo argentino nunca comulgó con la democracia. La burguesía modernizante no tenía respuesta para el desafío anarquista, socialista y sindicalista que se manifestó durante la primera década del siglo XX en Buenos Aires. La revolución bolchevique fallida de 1905 y la triunfal de 1917 le dieron una sensación de urgencia que la llevó a cerrar la brecha abierta con la Iglesia por las reformas secularizadoras, que se detuvieron por décadas.
Juntos enfrentaron los nuevos desafíos, según el libreto inmutable del orden jerárquico y la obediencia aportado por el socio eclesiástico. La burguesía no supo cómo ganar elecciones, la Iglesia despreciaba la soberanía popular que se oponía a la divina. Ambos se propusieron cortar el nudo político que no sabían cómo desatar. En el adoctrinamiento del Partido Militar que debía empuñar la espada para dar el tajo cumplieron un papel central los vicarios y capellanes castrenses, una institución que la ley eliminó en Uruguay en 1911.
En 1925 Pío XI formuló la solemne proclamación de Cristo Rey. Su encíclica Quas Primas añora la Edad Media. A las fuerzas subversivas del orden clerical (el protestantismo, la masonería, el liberalismo, el socialismo, el comunismo) debían oponerse los principios de jerarquía y disciplina que habían regido la Cristiandad medieval, esa edad dorada en que los Vicarios de Cristo Rey eran los gobernantes supremos de una sociedad internacional de carácter total. Según la definición de Pío XI la fe no debía recluirse en los templos o los hogares, sino salir a las calles. Sobre todo debía regir la conducta de los gobernantes, sometidos a la “realeza social de Cristo”, es decir, el reino de su Iglesia sobre la sociedad.
La justicia social en 1907
La justicia social, que a Milei le parece aberrante, y cuya difusión reprocha al Papa Bergoglio, formó parte del discurso católico desde hace más de un siglo. Justicia Social era el título del periódico que comenzó a publicar en 1907 la Liga Democrática Cristiana, dirigido por el sacerdote hijos de inmigrantes italianos, Gustavo Franceschi. En su primer número exponía un programa que recién tendría eco muchos años después, en un contexto que los católicos sociales no podían imaginar entonces:
“Contra los conservadores sostenemos que el actual orden social y económico implica contra la clase trabajadora injusticias esenciales que hacen injusto, odioso e indefendible el régimen capitalista y que de consiguiente no basta la caridad en sentido de obras de beneficencia para dar satisfacción a las justas reivindicaciones del proletariado; antes se impone una honda y radical reforma de la sociedad en la cual sea una realidad la justicia social… Frente a los anarquistas y socialistas, con quienes convenimos en no pocas críticas al régimen actual, proclamamos que la lucha de clases no es menos injusta que la libre concurrencia; una y otra conducen a la opresión”.
Las cámaras del Congreso
En la elección de hoy se define también la futura conformación del Congreso, para la cual no hay balotaje. Se eligen senadores de Buenos Aires, Formosa, Jujuy, Misiones, La Rioja, San Luis, Santa Cruz y San Juan. Juntos por el Cambio arriesga 11 bancas, y Unión por la Patria, 8. Si los resultados definitivos fueran los mismos de las PASO, el actual oficialismo sumaría una o dos bancas, los cambiantes perderían 6 (más de la mitad de las que exponen) y los libertarios harían pie en el Senado con 8 asientos. Esto debilita el argumento de Bullrich de que son los únicos que tienen respaldo institucional para cumplir sus promesas. De las 257 bancas en Diputados, se renuevan 130: 35 por la Provincia de Buenos Aires, 12 por la Ciudad de Buenos Aires, 10 por Santa Fe, 9 por Córdoba, 5 por Mendoza y Tucumán; 4 por Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Salta y Santiago del Estero; 3 por Chaco, Chubut, Formosa, Jujuy, La Rioja, Río Negro, San Juan y Tierra del Fuego; y 2 por Catamarca, La Pampa, Neuquén, Santa Cruz y San Luis. Si se repitieran los resultados de las primarias, JxC Juntos por el Cambio tendría algo más de 100, Unión por la Patria poco menos de 100 y los libertarios apenas 40.
Lo que ocurra una vez resuelta la elección presidencial será clave para el destino del sistema institucional y la gobernabilidad.