El sueño húmedo del actual bloque en el poder

El sueño húmedo del actual bloque en el poder

Una farsa puede ser cualquier situación o acción que se presenta como seria pero que es, en realidad, una burla o un engaño. En este sentido, se usa para describir algo que se ha vuelto ridículo o falso.

Por Artemio López

La farsa

Cristina Kirchner había definido su participación electoral en la tercera sección bonaerense, junto con la primera la más poblada. Según los datos del último censo, allí viven alrededor de 6,5 millones de habitantes, más de un tercio de los 17,5 millones de bonaerenses. Y según las cifras del último padrón, son 4.846.000 los electores habilitados para votar en 13.546 mesas.

El desafío que asumía CFK era tan grande como intransferible, en medio del desánimo general de la que fue su base electoral antes de la debacle del FdT: “Volver a representar”.

Desde el año 1997, más allá de los resultados nacionales y provinciales, el peronismo no pierde elecciones en la tercera sección bonaerense; sin embargo, este año se instaló un fenómeno novedoso por su espontaneidad, extensión e intensidad: el ausentismo electoral.

Como vimos en las elecciones anteriores de cinco provincias y CABA, los niveles de ausentismo en el año 2025 se alinean con los del voto rechazo sumados a los votos en blanco en el año 2001.

Nos referimos al voto rechazo observado en las elecciones intermedias de octubre del año 2001, dos meses antes de la crisis de salida del modelo neoliberal, con epicentro el 19 y 20 de diciembre de aquel año emblemático.

Recordemos el escenario en aquellos días de plomo de octubre del año 2001, en la sección donde había decidido concentrar su acción Cristina Kirchner: en la tercera sección electoral en el año 2001, el Partido Justicialista obtuvo 805.107 votos, el 46,43%.

El segundo lugar fue para los votos anulados, que superaron tanto a los blancos como a los obtenidos por la Alianza, entonces partido gobernante.

Este despliegue electoral del año 2001, de votos blancos y el llamado “voto bronca”, es apenas una guía para imaginar la extensión de la crisis de representación de la elección bonaerense en el año 2025, según se vio en las seis elecciones ya desarrolladas, que representan insistimos el 25% del padrón nacional.

Una concurrencia esperada de no más del 55% del padrón de 4.846.000 electores habilitados para votar.

Por otra parte, la modalidad de ausentismo que se observó en el año 2025, no tiene una distribución homogénea y es particularmente intensa en la base de la pirámide de estratificación. Dado el clivaje social del sistema de representación electoral, inicialmente es particularmente perjudicial – en este caso en que analizamos – para el peronismo bonaerense. A mayor vulnerabilidad social, más ausentismo electoral.

Se consolidó un “voto calificado estructural”: El voto positivo crece hacia la cima de la pirámide de estratificación social dando lugar a un fuerte sesgo de clase, perjudicando a los espacios de representación electoral anclados en la base de la pirámide de estratificación y beneficiando a los que se ubican en los estratos medios, medios altos y altos.

La presencia de una figura convocante, la principal opositora, encabezando la lista del peronismo bonaerense era una estrategia adecuada en particular para reforzar la sustentabilidad del actual ejecutivo provincial, el principal beneficiario de la intervención de Cristina Kirchner en la tercera sección, ya que esta región aporta el 50% del total de votos del actual oficialismo bonaerense.

Por supuesto, para el actual bloque en el poder, esto debía impedirse y llegó la hora de actuar para el partido judicial, no sin antes desatarse una vergonzosa campaña de extorsión sobre la Corte, para que resolviera contra Cristina Kirchner la no menos vergonzosa “causa Vialidad”.

Así es que, la forzada declaración de “culpabilidad” de la principal opositora, arrebata ahora las chances electorales del peronismo bonaerense y deja sin derecho a elegir al  45% de los ciudadanos bonaerenses, que ven en Cristina Kirchner su opción preferencial.

Ahora bien, si al 45% promedio de ausentismo electoral con sesgo de clase, agregamos la proscripción del liderazgo que era opción preferencial de los ciudadanos mayoritariamente vulnerables – insistimos, un 30% nacional y un 45% en provincia de Buenos Aires–, la pregunta surge evidente:

¿Qué se elige cuando se elige en este país?

Con la proscripción de CFK combinada con el ausentismo con sesgo de clase, se consolidó un sistema de voto calificado estructural, donde surgirán candidatos presidenciales “ganadores” con un programa de ultraderecha y una representatividad que no supere el 15% del padrón nacional de electores.

El sueño húmedo del actual bloque en el poder: que solo voten los “propios” ya que su modelo económico-social solo cierra en dictatura o con restricciones que transformen la democracia “representativa” en esta farsa que hoy padecemos.

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