China tiene 30.000 fábricas inteligentes: ¿Y dónde está el empleo?

China tiene 30.000 fábricas inteligentes: ¿Y dónde está el empleo?

Ante el avance de la robotización y la IA, el gobierno chino impulsa el desarrollo de 72 nuevas profesiones, además de más de 15 programas laborales, ferias de empleo y 29 parques de recursos humanos. El techo del desempleo que procuran no cruzar.

Por Fernando Capotondo

La imagen de las fábricas chinas que aún persiste en Occidente es la de un enorme galpón, medio mugriento y con cientos de operarios que trabajan codo a codo en jornadas interminables. Nada más lejos de la realidad de un país que desde su condición de “fábrica del mundo”, hoy cuenta con alrededor de 30.000 plantas inteligentes que combinan los últimos adelantos en Robótica, Big Data, Internet de las Cosas e Inteligencia Artificial (IA), con el objetivo de optimizar lo que el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información (MIIT) gusta calificar como la “segunda modernización de China”.

En efecto, a diferencia de lo que muchos creen, las fábricas chinas hoy suelen tener el aspecto de virtuales laboratorios, limpios hasta la exageración, con poquísimos ruidos de maquinarias y menos personas aun dando vueltas por ahí. Como muestra, valen los ejemplos de los pocos trabajadores que, a diferencia de otras épocas, hoy circulan en las plantas automotrices de Chongqing, donde se fabricaron 1.659 millones de vehículos en los primeros meses de 2025; o bien, en los talleres inteligentes de calzado de Putian, donde en una hora y pico se fabrican diseños personalizados de zapatos, botas y sandalias, a gusto y capricho del cliente de turno.

De más está señalar que nada es producto del azar. China inició este camino hace una década y en 2024 optimizó el desarrollo de las fábricas inteligentes (FI) a partir de una clasificación en cuatro niveles de acuerdo con su tecnología y nivel de integración: según esos parámetros, hoy funcionan más de 22.000 básicas, unas 7.000 avanzadas, 500 de excelencia y solo 15 alcanzan la máxima calificación de pioneras, abarcando en su conjunto más del 80% de los sectores manufactureros.

“La escala industrial de los equipos de fabricación inteligente, software industrial y soluciones sistemáticas de China ya superó los 635.500 millones de dólares”, reveló el viceministro de Industria y Tecnología de la Información, Xin Guobin, en la Conferencia Mundial de Fabricación Inteligente 2025, celebrada en Nanjing.

Según un reciente informe sobre FI, difundido por el oficialista Diario del Pueblo, los ciclos de desarrollo industrial se han acortado casi un 30%, la eficiencia de la producción ha aumentado más del 22%, las tasas de defectos se han reducido a la mitad y las emisiones de carbono han disminuido alrededor del 20%.

Reforma laboral

En este contexto, la principal señal de alerta que plantea el nuevo escenario tecnológico/productivo quizás puede sintetizarse con una frase del escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari: “Podríamos llegar a un punto en el que el sistema económico vea a millones de personas como completamente inútiles”.

Para evitarlo, en China ya no hacen las cuentas de cuántos millones de trabajadores se quedaron, o están quedando, afuera del sistema por culpa de las FI. Esa etapa quedó atrás. La respuesta actual es una ofensiva quirúrgica que incluye más formación profesional y un rediseño total del mercado de recursos humanos.

Todo esto ocurre en un contexto que, observado desde el exterior, es por lo menos particular. Desde el comienzo del XIV Plan Quinquenal (2021-2025), el sector de servicios de empleo viene expandiéndose a “tasas chinas” y sirve cada año a un promedio de 300 millones de trabajadores y más de 50 millones de empleadores.

Ocurre que a partir de la reciente creación – a nivel nacional – de 36 enormes ferias de empleo estatales y 29 Parques Industriales de Servicios de Recursos Humanos (PISRH), el gobierno decidió reenfocar sus esfuerzos a las FI, a la economía digital y a los servicios modernos, “con el objetivo de reducir la brecha entre la oferta de talento y las necesidades industriales, encarando la escasez de mano de obra en sectores clave”, según consignó la agencia Xinhua.

En efecto, China tiene más de 220 millones de trabajadores calificados, entre ellos unos 71 millones altamente calificados. Es una reserva de habilidades que el gobierno considera indispensable para sostener una “autosuficiencia y fortaleza de alto nivel” en ciencia, tecnología y modernización industrial. Desde Beijing, insisten que no se trata sólo de adaptarse al futuro de fábricas que “piensan por sí mismas”. La meta es garantizar que esas fábricas – cada vez más inteligentes, cada vez más autónomas – sigan necesitando manos y cerebros humanos que las diseñen, reparen y corrijan.

En función de eso, en apenas cinco años, China reconoció 72 nuevas profesiones, con títulos y doctorados que hace una década no existían ni en la imaginación de los más delirantes. Es una carrera contra el tiempo para reconvertir el mercado laboral y cuidar una de las obsesiones del gobierno: mantener el desempleo urbano en niveles cercanos al 5,1% que se registró en noviembre.

Para contribuir al logro de esta meta, en los últimos cinco años se destinaron más de 66.000 millones de dólares en subsidios de empleo y más U$S 18.000 millones en reembolsos laborales. No fue un gesto social, sino una suerte de seguro de estabilidad. Un amortiguador político para evitar que la transformación tecnológica arrase con todo, como amenaza ocurrir en otros países.

La segunda modernización china ya no depende sólo de la capacidad de producir. Responde a la capacidad de formar, reinventarse y retener talento, sobre todo con los más jóvenes. Mientras buena parte del mundo se pregunta qué hacer con las personas que las máquinas empiezan a reemplazar, China parece haber tomado una decisión más simple: reiniciar todos sus motores al mismo tiempo con nuevas profesiones, subsidios millonarios, parques laborales, ferias de talento y un ejército de personas dispuesto a competir en la nueva economía digitalizada.

En un contexto internacional en que las FI están reconfigurando todo el sistema productivo, China parece mostrar un camino alternativo, una inteligencia diferente que procura evitar que el empleo de cientos de millones de personas sea el primer precio a pagar.

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