Las Madres y el Mundial
- MADRES
- 28 de junio de 2018
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Golazo del pañuelo blanco
Periodistas holandeses fueron a la Plaza en junio de 1978 y el reclamo de “las Locas” se escuchó en todo el mundo. La contracara de la prensa cómplice argentina.
En 1978, la dictadura cívico militar tenía como objetivo aprovechar el Campeonato Mundial de fútbol para echar por tierra las denuncias de violaciones a los derechos humanos que había en el extranjero, que calificaba de “campaña antiargentina”.
En el medio, las Madres de Plaza de Mayo continuaban con la búsqueda de sus hijos e hijas desaparecidos y marchaban, cada jueves a las 15:30, en la plaza que les había dado el nombre.
Precisamente, la inauguración del Mundial se llevó a cabo el jueves 1 de junio, en el mismo momento en que las Madres estaban en la Plaza. La televisión holandesa tomó entonces una decisión que alteró los planes propagandísticos de la dictadura y propaló a las mujeres del pañuelo blanco: en lugar de transmitir la ceremonia desde la cancha de River transmitió la marcha de las Madres.
Era la primera vez que su testimonio salía directamente hacia Europa y era un registro vivo de las atrocidades que la dictadura quería ocultar. El crudo registro audiovisual de las Madres en primer plano, exclamando, desesperadamente, que ésa era su “última esperanza” se convirtió en un emblema del reclamo por sus hijos desaparecidos.
Ventana al mundo
La cobertura de la TV holandesa puso a las Madres en el centro de la escena internacional. En los jueves siguientes, mientras continuaba el Mundial, otros medios fueron a la Plaza para entrevistar a estas mujeres que, con sola presencia, deshacían la campaña propagandística militar. Otro registro logró captar el momento en que los efectivos policiales intentaban impedir la concreción de la marcha. Más que nunca, la Plaza se convirtió en un territorio en disputa en el que, de mil maneras, las Madres lograron concretar su ritual.
Fracasados en esta misión, y acusando recibo del golpe que le estaban infringiendo las Madres, la dictadura pasó a otra fase de ataque: el desprestigio y la acción psicológica. Para eso, contaron la participación de la prensa cómplice y dócil a sus deseos que empezó a disparar munición (más) gruesa contra el movimiento.
Postales
Entre decenas de casos, hay uno que es paradigmático: la revista Para Ti, de Editorial Atlántida. Hasta entonces, nunca se había referido a las Madres, aunque sí había jugado un rol preponderante para canalizar la acción psicológica de la dictadura.
El 22 de mayo de 1978, apenas unas semanas antes del inicio del Mundial, había publicado en su interior una tarjeta postal con el siguiente texto: “La guerra ya terminó en la Argentina. En esta Plaza, los enemigos del país, los que intentaron destruirnos, levantaron sus banderas y mostraron la violencia de la que eran capaces. Ahora la paz ha vuelto a esta Plaza, donde está el monumento que nos recuerda nuestra Independencia”.
En la fotografía que acompañaba el texto se veía la Pirámide de Mayo y una niña jugando con palomas, bajo la mirada sonriente de sus padres. La editorial sugería que las lectoras de la revista la enviaran al exterior para contrarrestar la llamada “campaña antiargentina”. Para neutralizar esta infamia dirigida al público al que apuntaba la revista, mayormente compuesto por mujeres, las Madres decidieron redoblar la apuesta: compraron cientos de ejemplares e intervinieron el texto, narrando el calvario que atravesaban con las desapariciones de sus hijos. Tal como pedía la revista, enviaron las postales al exterior, pero invirtiendo el mensaje.
Mujeres argentinas
Tras eso, en pleno Mundial, la revista publicó su primer artículo sobre las Madres, el 24 de junio de 1978, bajo el título “Las mujeres en la Plaza de Mayo”.
El texto es antológico de las miserias del periodismo:
“Muchos jueves desde hace ya dos años, un grupo de mujeres se reúne frente la Casa de Gobierno en la Plaza de Mayo. Son parientes de los subversivos detenidos o desaparecidos.
Ellas van a buscar información al Ministerio del Interior. Algunas llevan fotos, banderas. Ese grupo de mujeres ha crecido ‘misteriosamente’ en este mes.
Justo ahora, cuando el país está lleno de periodistas extranjeros que, en buena proporción, vinieron dispuestos a ver ‘los horrores que se vivían en la Argentina’. Claro que a esta altura de su estada en el país, muchos piensan distinto. No vieron los cadáveres en las calles, ni los asesinatos en masa, ni las persecuciones a los judíos, ni nada. Al contrario. Vieron un pueblo tranquilo, alegre, hospitalario, y pasearon por las calles libremente, sin custodios ni vigilancia. Pero queda esta minoría que aún busca, no con buenas intenciones, las mínimas cosas para poder dejar satisfecha su actitud negativa. El último jueves, estos periodistas extranjeros se dieron cita en la Plaza de Mayo. Ellos ya bautizaron a estas mujeres: las llaman ‘Las Locas…’. Quizá en su país de origen no puedan fotografiar o filmar una manifestación sin que les rompan sus sofisticados equipos. Sin embargo, acá, en la Argentina, en el país donde –según ellos– no se respetan los derechos humanos, ellos pueden hacer libremente su nota y, es más, también pueden libremente distorsionar la información que mandan a sus diarios, revistas o canales de televisión.
Por eso a nosotras, las mujeres argentinas, nos duelen estas cosas. Porque pensamos que sería importante que además de ‘Las Locas…’ esos periodistas extranjeros mandaran información sobre el país que ven crecer, que ven organizado y sin violencia, que ven lleno de alegría y entusiasmo en un pueblo que se desborda en gritos de ¡Argentina…Argentina…! en una cancha, o en las calles, que ven en el respeto con que se los trata aunque solapadamente nos critiquen.
Nosotras no podemos negar la existencia de esas mujeres en la Plaza de Mayo, ni es nuestra intención hacerlo, pero también creemos que nuestro país no son solamente Las Locas… ”.
Lección
Una Madre, decidió responder el infame texto. Es una respuesta anónima y a la vez colectiva, que no salió publicada en la revista, pero que se conserva en el archivo de la Asociación.
No hay nada –nada– que pueda agregarse a la contundencia de ese texto:
“Señora Directora de la revista Para Ti.
Mucho me hubiera gustado poder dirigir mi respuesta a la autora de la nota aparecida con el título ‘De todos los días, las mujeres en la Plaza’, fecha 26 de junio, editada y aparecida en la revista que usted dirige; al no tener firma, lo cual todo buen periodista que se jacte de serlo no hubiera omitido ese detalle, me dirijo a usted.
Sí, es verdad, existimos Las Locas…
No en la forma despectiva con que usted nos trata, Locas de desesperación. Buscando lo más hermoso que Dios con su poder infinito nos señaló… un hijo.
Todo lo sublime está en estas cuatro letras y que sea una mujer que tal vez sea madre como nosotras que desvirtúe nuestro calvario y se aproveche de él para desde una pequeña columna distorsionar los hechos, porque usted sí los distorsiona.
No fueron los periodistas extranjeros, los que nos bautizaron de esta manera, dicho mote salió del Ministerio del Interior o sea de la Casa Rosada, para esta parte sólo tenemos palabras de agradecimiento, porque el eco de nuestro dolor se conoció en el mundo gracias a ellos.
Usted reconoce en su artículo que desde hace aproximadamente dos años nos reunimos en Plaza de Mayo, entonces sabía de nuestra existencia… en eso radica la diferencia.
Mientras el periodismo extranjero lo pregonaba al mundo, periodistas nuestros como usted ¿? escondían la cabeza como el avestruz.
No hable de dolor señora, no se lo permito, dolor es el nuestro como tampoco le permito que hable de “parientes de los subversivos detenidos o desaparecidos”. ¿Por qué no agregó muertos también señora? Entre esos parientes por si usted no lo sabe, están también las madres y esposas de muchos colegas suyos, por eso crece ‘misteriosamente’ este grupo de mujeres, porque cada amanecer, hay un hogar avasallado, un hijo, un padre, un esposo, un hermano ‘desaparecido’. No fue junio solamente, es y fueron todo el año, lástima grande que usted no los vio, porque los asesinatos en masa, las persecuciones es privilegio y dolor de miles de hogares argentinos que también es pueblo, pero que no pudo gritar con tanto fervor Argentina, Argentina… porque un dolor muy grande oprimía nuestras gargantas, pensando en nuestros hijos que hubieran querido vivir este mundial, con la misma euforia que lo vivió usted, pero con la única diferencia de no saber si están vivos o muertos.
Por eso la invito señora a que concurra a Plaza de Mayo cualquier jueves a las 15.30 para ver y oír ‘libremente’ si antes no llegó la policía a dispersarnos. Tendrá usted material para escribir un libro, si es que alguna vez se decide a ser una buena periodista.
Una Madre Loca de Plaza de Mayo”.
(Columna publicada en la edición número 20 de Contraeditorial)