
«Mujica se convirtió en un líder de masas único»
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- 14 de mayo de 2025
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Ernesto Tulvobitz, biógrafo de Pepe Mujica, dialogó con Roberto Caballero y el equipo de Caballero de Día (AM 530, Somos Radio, lunes a viernes de 8 a 10) tras la muerte del ex presidente uruguayo. A lo largo de la charla, repasó su vínculo personal con Mujica, la dimensión política del exmandatario y el legado que dejó tanto en Uruguay como en la región.
“Ese libro y ese vínculo me cambiaron la vida y la vida de mi familia”, confesó Tulvobitz, que acompañó a Mujica durante 17 años, primero como periodista y luego como colaborador político. Su relación se forjó en la confianza y el respeto, y dio lugar a una biografía que se presentó por primera vez en la Feria del Libro de Buenos Aires, el 3 de mayo de 2015, en una sala desbordada por el público. “Era como una final del mundo”, recordó, emocionado, sobre aquel evento.
“Pepe tenía una prédica política inhabitual. No era un hombre de barricada: era amable, metía conceptos espirituales, filosóficos, hablaba con profundidad”, destacó el autor. En ese sentido, Tulvobitz evocó una escena significativa: “Me acuerdo que al poco tiempo de asumir como presidente, reunió a 300 oficiales en la base aérea del centro del país y les habló diciendo: ‘Soldados de mi patria’. Todavía lo escucho y se me pone la piel de gallina”.
El vínculo de Mujica con Argentina fue estrecho. “La política argentina lo atrapaba. Siempre decía: ‘Somos hijos de la misma placenta’”, recordó Tulvobitz. Esa cercanía se traducía en un conocimiento agudo de los procesos políticos locales y en un magnetismo que traspasaba fronteras. “Tenía la capacidad de cautivar a públicos muy distintos. En la presentación del libro en la Feria del Libro, una parte del público lo aplaudía cuando reivindicaba al pasado y otra parte lo ovacionaba cuando hablaba del presente. Pepe andaba por el camino del medio, tratando de unir lo que es difícil de juntar”.
Tulvobitz acompañó al exmandatario en numerosas giras internacionales: Argentina, Paraguay, México, Colombia, Italia, Turquía, Japón. En cada país, Mujica dejaba huella. “Me acuerdo en Japón, todo era perfectamente ordenado: uno abría el libro, otro le daba la birome. Pepe los miraba y decía: ‘Estos son japoneses, no hay caso. Nosotros somos latinos’”, contó entre risas.
Más allá de su trayectoria política, Tulvobitz rescató el costado humano de Mujica: “Era un hombre con altísima sensibilidad social. Con sus errores, con sus defectos, con su frialdad a veces, pero siempre preocupado por el otro. Cuando hubo despidos en mi trabajo, me llamó para saber si me habían echado a mí. Así era él”.
Consultado por el legado de Mujica, fue claro: “Se convirtió en un líder único, no hay dos similares. En lo personal, me enseñó a comprender la política, el poder, los vínculos. Me enseñó que hay que hablar más con los adversarios que con los propios, que hay que escuchar más que hablar. Después de cubrir a Pepe, seguir en el periodismo con esa misma intensidad me resultó imposible. Para mí, fue como un doctorado y un máster todo junto”.
Finalmente, Tulvobitz resumió la filosofía de vida de Mujica con una de sus frases más recordadas: “Él decía que quería cambiar el mundo, pero que después se conformaba con cambiar la vereda”.