Horacio Verbitsky: Aquí no se puede vivir – El Cohete a la Luna

Horacio Verbitsky: Aquí no se puede vivir – El Cohete a la Luna

En todo el mundo, las encuestas electorales vienen fallando, al tiempo que crece el desapego por la política. Pugnas cabeza a cabeza en los sondeos, que se resuelven con cerca de 10 puntos de diferencia en las urnas; candidaturas que no aparecían en el radar de nadie y que se imponen en un final dramático, cómodos vencedores previos que no figuran ni a placé; crecimiento del No sabe o No contesta en las encuestas, y del ausentismo, la nulidad y el voto en blanco en el escrutinio.

La Argentina no es una excepción, como se aprecia semana tras semana. Hoy se verá cómo funciona en Chubut, que elige gobernador. El tema es debatido por los consultores, que revisan sus métodos y han comenzado a pagarles a los entrevistados con tal de que respondan. En Santa Fe lo padecieron Patio Bullrich y Maurizio Macrì, quienes habían apostado con entusiasmo por la presentadora de noticias en televisión y modelo Carolina Losada, quien fue batida con amplitud por el ex ministro radical Maximiliano Pullaro. Losada lo había acusado de nexos con el narcotráfico. Más aún, llegó a anunciar que no lo apoyaría si fuera el candidato cambiante, juramento que nadie sabe bien cómo retractar, desde que Pullaro barrió a Losada con más de 20 puntos de diferencia, cuando las encuestas los presentaban en paridad. Por lo menos ese domingo, festejaron Rodríguez Larreta y Martín Lousteau, que apoyaban a Pullaro.

A la semana siguiente, en Córdoba, también perdió en forma holgada Rodrigo de Loredo, y no hubo otra cosa que caras largas, porque lo sostenían tanto Bullrich y Macrì como Lousteau y Larreta. Luis Juez le echó la culpa al coqueteo de HRL con Juan Schiaretti, pero lo mismo hubiera sido que se refiriera a la sequía, la guerra en Ucrania o la pandemia. Todo, menos la deuda con el FMI.

Las buenas noticias

A cuatro años de la muerte de Fernando De la Rúa y más de dos décadas después de su último vuelo el helicóptero, la confusión que envuelve a Juntos por el Cambio logró la hazaña de instalar el debate sobre el gobierno que presidió entre diciembre de 1999 y el mismo mes de 2001. Su ex ministra Bullrich dijo, con la soltura con que emite las mayores burradas, que luego de las PASO del 13 de agosto conseguiría un blindaje de dólares para levantar el cepo en cuanto asumiera la presidencia. El párrafo completo, durante su visita a la Sociedad Rural, revela que no tenía la menor idea sobre lo que estaba diciendo. La tomó de sobrepique su rival en la interna cambiante, Rodríguez Larreta, quien ridiculizó la idea de tomar más deuda con el FMI y dijo que el blindaje fue la política de Fernando De la Rúa, que terminó mal. “Peor terminó Favaloro”, saltó, con la agilidad de un jugador de vóley, el rebotero Fernando Iglesias. Y Ricardo López Murphy dijo que “la población no comprendió el gran esfuerzo que hizo” el ex Presidente, quien ante una presión externa fortísima, trató de “preservar de la manera más honorable el funcionamiento de la República”. Los resultados, bien gracias. Para Javier Milei, “el plan de Bullrich es aún peor que el blindaje de Fernando de la Rua, ya que se endeuda para sostener una corrida cambiaria sin resolver el problema de las Leliqs y con dudosa solución al desequilibrio fiscal”.

En la capital de Córdoba, Bullrich y Rodríguez Larreta patinaron juntos. Ambos habían apoyado al candidato radical Rodrigo de Loredo y volaron a Córdoba junto con Martín Lousteau para saborear in situ la miel de la victoria. Pero Loredo perdió por más de 7 puntos con su adversario, Daniel Passerini, el actual vice-intendente del gobernador electo, Martín Llaryora, de modo que los viajeros (en aviones privados, según informó un locuaz Llaryora) participaron en una original celebración de la derrota, en la que se consolaron recíprocamente. De Loredo no pudo ocultar su estado de shock y dijo “los hice venir al pedo”, ante lo cual Lousteau, Rodríguez Larreta y Bullrich musitaron un Noooo de circunstancias [amargas]. Vale la pena verlo, queda en un puesto alto en cuatro décadas de elecciones.

Esto dio lugar a sesudas informaciones sobre la esencia del cordobesismo, que en la voz estridente de Llaryora cuestionó a “los pitucos de Recoleta”. Para no entusiasmarse como algunos entrevistadores que dialogaron con Schiaretti y creen que eso es el peronismo, se debe recordar que la vicegobernadora electa es la intendenta radical de Juárez Celman, Myrian Prunotto, y el viceintendente de la Capital, el presidente del PRO, Javier Pretto. Llaryora habló de la renovación generacional, y sonó como un mensaje jubilatorio para Schiaretti. Los cachorros de José De la Sota y Schiaretti se arreglan bien sin los próceres que gobernaron en lo que va del siglo, porque sigue intacto el poder agroindustrial y financiero que los sustentó y que hoy postula a Carlos Melconián como el sucesor de Domingo Cavallo.

Una excepción

No obstante todos los errores y omisiones, se siguen publicando encuestas como si fueran verdad revelada, cosa que no encontrarás en El Cohete. Pero hoy haremos una excepción, porque no se trata de un sondeo electoral, sino de una valoración de la democracia realizada entre febrero y abril entre 19.205 personas que residen en 17 países. Cada quien sacará luego sus propias conclusiones.

Tiene un capítulo argentino, que realiza la consultora MBC Mori, dirigida por María Braun Menéndez, pero el diseño y la dirección están a cargo de la economista chilena Marta Lagos, quien difundió los resultados de 2023 hace diez días, en Santiago. La escasa repercusión en los medios argentinos se hizo bajo títulos como “El declive de la democracia en América Latina. Sólo el 48% de los latinoamericanos apoya la democracia, lo cual representa una disminución significativa” (Clarín) o “Crece percepción en América Latina de que el autoritarismo es mejor que la democracia” (CNÑ). No se trata de un abuso interpretativo de los editores, para un trabajo cuyo título original es “La recesión democrática en América Latina”.

El informe fue financiado con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); más donaciones de empresas privadas extranjeras y gobiernos de fuera de América Latina.

En la introducción, Lagos señala que siempre hubo algún país con una dictadura instalada. Pero la “recesión democrática” se refiere “al declive y vulnerabilidad a que han llegado los países de la región después de una década de deterioro, continuo y sistemático de la democracia”. Esto “deja a la región vulnerable abierta a más populismo y regímenes no democráticos y retrasa el proceso de consolidación de las democracias”.

Sólo que la Argentina desmiente la regla: es uno de los pocos países donde esas conclusiones generales no se verifican. Los resultados del sondeo refutan el relato habitual de los muchos Don Quejotes de los medios y de la política, resumido en la letanía “En este país no se puede vivir”. Se puede, y mucho mejor que en la mayoría de los de la región, aún de aquellos con índices de precios que se miden en años y no en semanas.

Por cierto, vencimientos con el FMI por casi 3.500 millones de dólares como los de mañana y pasado recuerdan lo delgado del hilo que sostiene esa situación. El gobierno dice que los pagará con préstamos puente de otros organismos, como la CAF, pero a falta de detalles se especula con que además pediría un waiver al Fondo que, recién después de las PASO, liberaría  7.500 millones de dólares, si es que el directorio aprueba el entendimiento técnico.  Además, la fijación de un dólar a 340 pesos le permitió al  Banco Central comprar más de 400 millones y espera que lleguen a  2.000 a fin de agosto. Eso muestra el enorme poder que los exportadores tienen sobre el gobierno, que debe optar entre concederles lo que piden o quedar colgado del pincel del FMI. El texto difundido en Washington y Buenos Aires dice con enceguecedora claridad que es preciso “contener el crecimiento de la masa salarial”, aumentar las tarifas de energía, focalizar mejor la asistencia social y racionalizar las transferencias a provincias y empresas estatales.

Menos salarios, asistencia social  y transferencias a empresas estatales y provincias, pero  más tarifas. ¿Hay algo que no se entienda?

En tales condiciones, las chances electorales de Massa son tenues, sólo alimentadas por la confusión y las reyertas que provienen del campo rival. Por lo menos, el ministro-candidato hace lo posible por asegurar que su esposa recupere el municipio de Tigre, con ayuda de un fallo inédito de la justicia electoral, pero que no carece de lógica: la odiosidad entre Massa y su delfín rebelde, Julio Zamora, hace difícil comprender cómo podrían compartir una boleta. Las idas y vueltas de Malena Galmarini con el tema lo dicen casi todo.

La Argentina sigue creyendo en la democracia

Según Marta Lagos, no estamos ante una insuficiente consolidación de la democracia en la región, sino de un movimiento en sentido contrario. La recesión democrática se debe a la persistencia de “la desigualdad, la pobreza y la injusticia en América Latina”. Su interpretación es que hay pocos países sin gobernantes imputados, acusados o condenados por algún cargo de corrupción. Para decepción de los grandes medios locales, la Argentina no figura en ese rubro, porque no hay condenas firmes, mientras en el resto de los países se registran 21 presidentes condenados por corrupción. El fracaso de las élites, dice, ha erosionado la fortaleza de las instituciones al intentar forzar las reglas del juego para quedarse en el poder. La corrupción tuerce el poder del voto al intervenir en las campañas electorales con enormes sumas de dinero y provoca una competencia desleal. Para explicar en qué consiste la recesión democrática, Lagos afirma que en las democracias latinoamericanas, “mandan el dinero, los personalismos y el poder político. Los que menos mandan son el pueblo, que debería ser el soberano”.

Latinobarómetro incluye tres alternativas, que miden el apoyo a la democracia, la indiferencia y el autoritarismo. El apoyo se mide con la afirmación: “La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, y se observa una disminución de respuestas positivas, hasta el 48%. Para Lagos, en esta caída incide la disminución del Producto Interno Bruto per cápita, pero solo en forma relativa, de menor incidencia que “los bienes políticos, que son mucho más difíciles de arreglar que los bienes económicos, que se solucionan con crecimiento y transferencias directas para los más pobres”. Llega a definir esos bienes políticos como “el corazón de la problemática de la democracia en la región”. Ellos serían “los personalismos, la corrupción, la permanencia en el poder más allá de las reglas, y el desplome del desempeño de los gobiernos”.

Si la medición es por países, en la mayoría declinó el apoyo a la democracia entre 2020 y 2023, pero en siete de los que integran la muestra se incrementó. Como podés ver en el gráfico, con 7%, la Argentina es el segundo país con mayor incremento de adhesión a la democracia a partir de la pandemia. La muestra no explora las causas de esa variación, aun cuando en el caso argentino es de presumir que refleje las políticas sanitarias y de sostenimiento del empleo y de la producción que implementó el gobierno.

No obstante, la Argentina es uno de los doce países en los que se incrementó la indiferencia por la democracia, expresada en la afirmación “Da lo mismo un régimen democrático que no democrático”. Pero entre esa docena de países, el nuestro es aquel donde menos creció la indiferencia, apenas un 1%.

A pesar de ello, se registró en la Argentina un incremento de 5 puntos de aquellas personas que podrían preferir un gobierno autoritario. Este indicador creció en todos los países, con la solitaria excepción de Panamá. Pero cuando la formulación es “No me importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si resuelve los problemas”, una vez más la Argentina es el país donde esa premisa obtiene menor adhesión.

Para Marta Lamas esto es relevante, porque en las elecciones de este año se presentan candidatos que ella menciona como “proclives al populismo” y “es uno de los países de la región con menor apoyo para ello”. La encuesta lleva la cuestión al límite, al indagar sobre la posibilidad de un golpe militar. Al aproximarse el 40° aniversario de la finalización de la última dictadura, con un 75%, la Argentina sigue encabezando la nómina de los países que consideran poco o nada probable un golpe de Estado. En ese podio, la acompañan Chile, con el 74% y Uruguay, con el 68%, “tres países del Cono sur de América Latina con altos niveles de apoyo a la democracia y donde menos de un tercio respaldaría un gobierno militar”.

Esto es tan cierto que hasta Javier Milei y su candidata a Vicepresidenta, Victoria Villarruel, anunciaron el miércoles que los condenados por crímenes de lesa humanidad deberán cumplir las penas impuestas por la Justicia y no podrán esperar un indulto, si ellos accedieran al gobierno. La democracia argentina es más sólida de lo que se percibe en los grandes medios de la oposición, y no hay debate posible sobre los crímenes cometidos en nombre del Occidente Cristiano, con bendición eclesiástica. De hecho, el Episcopado Católico está empeñado en una campaña de lavado de imagen, minimizando su complicidad y exagerando los gestos críticos, que confinaron a documentos confidenciales. Lejos de defender a los verdugos, sólo claman Yo no fui, Yo no fui.

Cuatro versiones de la Patria

En enero de 2013, Matías Gensana, un militante de 24 años, se lanzó al mar en la Playa Unión, de Rawson, para rescatar a dos nenes que se estaban ahogando, cuando no había guardavidas. Lo logró con ayuda de un primo, pero no pudo impedir que las olas lo arrastraran. Diez días después un pescador encontró su cuerpo sin vida. En la primera semana de abril de ese año un temporal provocó un centenar de muertes. Cristina visitó la sede del voluntariado que se autoconvocó para prestar auxilio, en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata. Cuando le preguntaron por su opinión sobre lo que veía, dijo que le conmovía la entrega de esos jóvenes para quienes la Patria es el otro:

Cristina lo había dicho el 2 de abril en Puerto Madryn, en el aniversario de Las Malvinas, cuando recordó a Matías Gensana. Desde entonces pasó a ser la voz de orden de La Cámpora, y motivo de una odiosidad tan extrema como inexplicable. Como si en realidad dijera La Patria Soy Yo. Fue el punto de partida de un debate que ha recuperado intensidad en la campaña electoral.

Cuando Maurizio Macrì fue Presidente, el Centro Cultural Kirchner fue rebautizado CCK, porque el gobierno no se animó a un liso y llano cambio de nombre, como deseaba. El titular del sistema de medios, Hernán Lombardi, admitió que no tenían los votos necesarios en el Congreso para completar la circuncisión. Para compensar, colocaron en el frontis una bella frase de Jorge Luis Borges, que interpretaron como un estilete contra el kirchnerismo: “Nadie es la Patria, pero todos lo somos”. El cartel y la elipsis volaron en diciembre de 2019 junto con el gobierno, y el centro recuperó su apellido presidencial, aunque la sigla no desapareció.

Este mes, al iniciarse en forma oficial la campaña, Unión por la Patria presentó un spot que muestra una serie de rostros de personas que trabajan o estudian, junto con la palabra Patria. La mínima locución final dice: “La Patria sos vos. Vamos a defenderla”, en un sutil desplazamiento hacia una actitud individualista, en la que cada quien vela por sí.

Esta semana, Massa y Agustín Rossi fueron recibidos en el edificio histórico de la CGT, donde se presentó un spot en apoyo de la candidatura de Unión por la Patria. Con datos precisos, afirma que entre 2015 y 2019, gobierno de Macrì, perdieron el trabajo 226.000 personas, y que a partir de 2020, 339.000 personas consiguieron empleo. Otra versión precisa los datos de crecimiento o caída de la producción  industrial en cada periodo:  -13,5%  y +14,6%. “El Trabajo es la Patria. Massa Presidente”, concluye, sobre una imagen de la bandera argentina.

El Otro, Todos, Vos o El Trabajo. La discusión conceptual está bien instalada, y, en el concierto regional, la Argentina no parece dispuesta a cometer locuras autodestructivas.

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