El juego de la bambola – Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna
- ALERTA!El COHETE A LA LUNANoticias
- 2 de junio de 2024
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La Justicia no ha esclarecido en todos sus detalles la denuncia contra el intendente de La Matanza por abuso sexual. De acuerdo con la denuncia, Melody Jacqueline Rakauskas ejercía la prostitución y su proxeneta la entregó a Fernando Espinoza. El alcalce se presentó de noche en el departamento de la mujer en San Telmo, con el argumento de que por ser muy conocido no podía mostrarse en lugares públicos. Según el relato de ella,intentó violarla; se desnudó, le pidió que le hiciera masajes y se le echó encima en la cama.
Si esa era la actividad habitual de la mujer, según sus propias palabras, la pregunta es porqué en este caso no quiso y lo dio a conocer. Y por qué dijo que sentía asco por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, en la señal de noticias de La Nación por cable. Asistir a dos actos en La Matanza con Espinoza 48 horas después de su procesamiento no fue la acción más hábil de su gobierno. Pero eso no basta para convertir al marido de la profesora Soledad Quereillac en protagonista de esta turbia historia tan alejada de sus costumbres. Kicillof y Rakauskas son las víctimas más evidentes de este embrollo.
Con ella es difícil saber qué es verdad y qué no, ya que por momentos se presenta como una prostituta de lujo que viaja por el mundo, incluso en aviones privados, como las jóvenes polacas de El precio del placer, y en otros es una pobre chica acorralada por la miseria. En la película, que fue un tremendo éxito morboso en Neflix, la protagonista era ambas cosas. Con Axel no hay dudas: lo peor que puede decirse de él es que ejerció el derecho humano a la torpeza.
El precio del placer es de una refinada hipocresía. El 95% del film se regodea en la exhibición de tetas y culos, camas redondas y orgías varias. Los últimos minutos muestran asesinatos y mutilaciones, y un cartel final de una organización humanitaria que convoca a luchar contra la explotación femenina. Quienes han divulgado con gesto compungido el caso de Melody Jaqueline Rakauskas, con fotos en poca ropa, pueden mirarse en ese espejo.
Déjà vu
El episodio tiene un aire conocido. Las fotos de Martín Insaurralde en el Mediterráneo también se conocieron por una publicación de la escort que lo acompañó. La revista Caras, que conoce todos los chismes, evalúa que las carteras, relojes y alhajas que recibió, costaron 44.000 dólares. La justicia reconstruyó que los pasajes, el hotel y el alquiler del bote salieron otros 63.000 euros. Si alguien pensó que esa travesía desde Marbella podría perjudicar al candidato a la intendencia de Lomas de Zamora, Federico Otermín, a Killof o a Sergio Tomás Massa, le salió mal. Los tres se impusieron con amplitud en Buenos Aires y en Lomas. Pero el barullo mediático esperaba otra cosa, tal como ocurre ahora con la expectativa de ensuciar a Kicillof.
En la 1ª sección electoral, otro varón del Conurbano tiembla al pensar que la vistosa compañía que lo deleita desde que se separó de su esposa podría ser manejada a control remoto para hacerlo añicos. En una de las grabaciones clandestinas que Rakauskas le hizo a Espinoza, hablan de una foto en la que el hombre que no puede ir a lugares públicos se abraza con la estridente Sofía Clérici. ¿Estaría haciendo un casting de intendentes? En tal caso, ¿por cuenta de quién? ¿Hay una organización que coloca estas bambolas en la periferia de hombres con más poder que principios?
Hay un antecedente histórico. En 1988 el director del diario Ámbito Financiero se casó con la ex miss mundo de 1978, Silvana Suárez. La noche de bodas ella le confesó que había llegado a él a través de la secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), pero que se había enamorado en serio y necesitaba sincerarle la situación. Ramos no era del tipo que se resistiera a esa declaración. Fueron felices durante una década y tuvieron dos hijos, pero se divorciaron en 1999, luego de una pelea a tiros entre Ramos y un custodio de su esposa, con heridas de bala y sangre. Un estrecho colaborador de Ramos fue designado jefe de la organización, en la que duró menos de un año.
Mejor así
Los Hermanos Milei eyectaron a Nicolás Posse y al titular de la AFI, Silvestre Sívori, porque espiaban a colegas, como Sandra Pettovello. Lástima que detectaron un viaje de la ministra a Punta del Este, pero ni se enteraron de los miles de kilos de alimentos perecederos que estaban pasándose en los depósitos del ministerio. Pettovello siguió el manual de procedimientos libertarios: despidió y presentó una denuncia penal contra Pablo de la Torre, que en una noche pasó de ser su persona de mayor confianza a un corrupto repugnante. Esto tuvo consecuencias, porque el hermano del flamante culpable, Joaquín de la Torre, fracturó los bloques legislativos bonaerenses.
Posse y Sïvori tampoco fueron capaces de prever una ola de frío polar que incrementaría el consumo de gas, ni pudieron advertir por cuántos millones de dólares en importación de combustibles se multiplicarían los 40 millones de inversiones postergadas para concluir las plantas compresoras complementarias del gasoducto Néstor Kirchner, al que aún no lo rebautizaron Aramburu o Rojas, y la reversión del gasoducto norte, para llevar lo que antes traía.
El vocero Manuel Adormi cree que en mayo estábamos en invierno, con lo cual es cada día más difícil saber si habla él o un meme. El fúnebre secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, ignoró el pronóstico meteorológico que ya en febrero previó lo que se venía. Por eso la Argentina tuvo que pagar en contratación directa, sin tiempo para licitación, tres veces más caro el gas que el de Vaca Muerta.
Mejor que los que juegan al espionaje se hayan tenido que ir, antes de aprender los trucos más pesados del métier, como los que se practican con las Sofías y las Melodies. Una legisladora nacional, que esta semana fue a escuchar a una prodigiosa bandleader polaca, opina que los hombres no deberían hacer más política. Es el turno de las chicas. Viendo a Kinga Glyk, se diría que le asiste algo de razón.
Sin embargo, el principal beneficiario de este reacomodamiento de piezas del Senku fue Guillermo Francos, un señor con todos los atributos, traje azul, camisa celeste, zapatos negros y corbata al tono. Junto a él, por ahora en segundo plano, sí aparecen diez uñas rojas relucientes: las de la Vicepresidenta Victoria Villarruel, quien este año no sólo recordó la etapa malvinera de su padre, sino también sus entreveros en el monte tucumano.
El recorrido que Francos siguió en 74 años, desde su nacimiento en la Base Naval de Puerto Belgrano durante la primera presidencia de Perón, es más variado que el de Patricia Bullrich. Pero a él nunca nadie le reprochó nada, porque es un hombre cordial. Comenzó de veinteañero en la secretaría privada de Jacques Perriaux durante la dictadura de Lanusse, llegó a comandar el Partido Federal del ex capitán fusilador Francisco Manrique, apoyó las candidaturas presidenciales de Angeloz en 1989 y de Menem en 1995, se asoció en una aventura electoral con Béliz, Cavallo y el Doctor Fernández, y luego fue auxiliar en cargos cómodos pero poco visibles con Scioli y con el propio Doctor Fernández.
Por temperamento cree en la negociación y las transacciones políticas que conformen parcialmente a cada parte. Si se quisiera decir lo mismo con mala onda, sería un arquetipo de “la casta”. Su arribo a la jefatura de gabinete fue consecuencia del fracaso de todas las combinaciones previas. En su primer día a cargo, Francos se las ingenió para hacer creer que había conseguido que la ley de Bases Circuncisas obtuviera dictamen favorable en el Senado, incluyendo disidencias y firmas una vez concluido el plenario, una ilegalidad aceptada como “costumbre en el cuerpo”. En realidad, sólo obtuvo la cantidad de votos necesaria para que el texto llegue al recinto, dentro de dos semanas, pero sin certezas sobre el texto que cada uno defenderá cuando se pase de la aprobación en general, a la revisión de cada artículo. Francos entiende mejor que nadie que cualquier artículo se puede sacrificar, porque lo único insoportable es que en seis meses el gobierno de los Hermanos Milei no haya logrado la sanción de una sola ley, récord absoluto desde 1983. Ahora hay dos semanas para seguir discutiendo todo con todos.
Toco y me voy
La primera denuncia contra Fernando Espinoza fue presentada el 28 de mayo de 2021, por email al sitio de la Procuración General de la Nación para esa finalidad (denuncias@fiscalías.gob.ar). Pero nadie respondió. El 7 de junio Rakauskas insistió, esta vez por video llamada, porque dijo que temía por su integridad física. También se había presentado en la oficina de violencia doméstica de la Corte Suprema de Justicia y ante la jueza Fabiana Palmaghini. La dejaron irse sola y le dijeron que si tenía miedo podía pedir un botón antipánico en una comisaría. Eso terminó de aterrarla. Descontenta con la transcripción de lo que había declarado, rompió el testimonio, no quiso asentar la denuncia y se fue del país.
Era muy viajada: en la última década fue a Estados Unidos, España, Francia, Italia, Gran Bretaña, Emiratos, Qatar y Etiopía. También visitó todos los países de Sudamérica, salvo Venezuela que no es para una chica fina como ella. Usó aerolíneas comerciales, y alguna vez también aviones privados. Cuando le preguntaron por el motivo de esos viajes, dijo que iba a ver amigos. Ante el desistimiento de la viajera perdida, el fiscal Leonel Gómez Barbella dispuso archivar la causa.
Más de un año después, el 5 de octubre de 2022, Rakauskas volvió a comunicarse en forma remota. Entonces le dijo a Gómez Barbella que había entregado al cuerpo de peritos de la Corte Suprema su teléfonito, la computadora que utilizó en la Municipalidad de La Matanza, y algunas pruebas de que Espinoza estuvo en su casa. Pero no era necesario, ya que Espinoza negó el abusos pero siempre admitió que había estado en el domicilio de su denunciante.
“Me decía ‘gordita’ y me dijo ‘acá te vas a llamar María’. Pregunté por qué me habían cambiado el nombre. Me dijo que como había sido modelo y Miss Argentina era mejor que no pusiera mi nombre. No lo consideraba algo digno”, declaró ella.
Ante una pregunta del fiscal Gómez Barbella, Melody dijo que también estaba al tanto de lo sucedido Gustavo Cilia, a quien inicialmente mencionó como su pareja. Aportó un audio en el que él le recomienda retirar la denuncia y ella se indigna. Le cuenta que Espinoza intentó desvestirla y volcó todo su peso sobre ella, que lloraba. “Él es un hombre y yo soy una mujer”, detalló.
La licitación y el cuerpo
Le llevaría otros dos años contar la historia completa de esa relación con Cilia, un hombre casado y treinta años mayor que ella, que le daba dinero. En otra grabación, Cilia “me ofrece ser parte de una supuesta licitación millonaria. Vino a mi domicilio con unos planos de La Matanza para realizar una mega obra de construcción especialmente para personas de las colectividades boliviana y peruana, a cambio de ser parte de una licitación supuestamente arreglada entre dos abusadores, siempre y cuando yo firmase ese documento con el desistimiento de mi denuncia”. Cilia le dijo que Espinoza estaba muy asustado y le entregó un papel dirigido a un juez de instrucción para que firmara una retractación, cosa que ella no aceptó. Espinoza hablaba con ella a través de su jefe de gabinete, Claudio Lentini, o de Cilia, porque temía que quedara algún registro del diálogo, dijo. En una nueva entrevista con una radio del Grupo Clarín, Rakauskas dijo esta semana que según Cilia, si aceptaba el ofrecimiento de participar en la obra para bolivianos y peruanos, ganaría para vivir bien toda la vida.
Las grabaciones que aportó Melody ocupan muchas horas, que el fiscal debió escuchar antes de concluir que correspondía sobreseer a Espinoza. Pero el fiscal de Cámara, Ricardo Sáenz, apeló el sobreseimiento, por lo que la investigación continuó. Entonces fue cuando la jueza Mariana Fabiana Galletti volvió a escuchar a Rakauskas y procesó a Espinoza por abuso sexual, un delito menos grave que la violación. En su forma más simple, el castigo por el abuso va de 4 meses a 6 años, y el de la violación, de 8 a 20 años. Según quien juzgue y cuál sea el viento político, pueden ser apenas 120 días o 20 años. En marzo de este año, Rakauskas también denunció a Cilia por abuso, causa que se tramita en otro juzgado.
Sólo una de las grabaciones fue registrada en la vivienda de Rakauskas, y no contendría elementos que configuren un delito. Dura varias horas. Se escucha un diálogo entre ambos sobre el trabajo en la oficina y la relación con las otras secretarias de Espinoza. Luego hablan de la ropa, que a él siempre se la compra una empleada o su esposa porque ni siquiera conoce su talle. Después ella pide un delivery de pescado y él le cuestiona cómo lo calentó, porque dice que “la comida debe ser una ceremonia”. Ella pregunta si le va a pagar. Cuando él se despide le entrega algo que ella rechaza. “Tomalo como un adelanto”, se escucha a Espinoza.
Las otras grabaciones que aportó la mujer ocurrieron en la intendencia de La Matanza, demuestran que efectivamente trabajó allí pero no incluyen nada relevante sobre el alegado abuso. El fiscal Gómez Barbella estaba concursando en aquel momento por un cargo de juez federal, lo cual no debe haber incentivado su celo por tipificar la conducta del alcalde matancero. La oposición de la UCR en La Matanza denunció a Espinoza por fraude contra la administración pública, abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público y coacción o amenaza, delitos que habría cometido al contratar a Rakauskas con un un nombre falso. Si se trata de pruebas y de leyes, Espinoza puede estar tranquilo. Si la cuestión es política, mediática o ética, su situación es catastrófica.
El 7 de mayo de este año, Melody envió un mail a la jueza Galletti y a la secretaria María Florencia Agostinelli, a quienes les agradeció el buen trato, cosa que no había encontrado hasta entonces en la Justicia.
Según ella, “Cilia era mi cliente. Me lo presentó una proxeneta amiga, conocida suya. Para sobrevivir, yo entregué mi cuerpo a Cilia”. Agregó que “siempre me sentí dependiente de Cilia, emocional, económica y psicológicamente. Con la promesa de rescatarme y ayudarme, lograba manipularme a su antojo. En el 2021, cuando me hizo la propuesta de sacarme de la prostitución y darme un trabajo supuestamente decente me entregó a las manos de Fernando Espinoza. Puedo recordar con qué confianza vino a mi casa el día en que me abusó. Quizás como Cilia me había abusado tantos años, creyó que su amigo tenía el mismo derecho”.
El 29 de noviembre de 2023, Cilia contó su parte de la historia en los tribunales. Se declaró amigo de Espinoza desde hace 20 años. A fines de diciembre de 2020 o principios de 2021, el intendente se quejó porque “no encontraba gente para trabajar en la Municipalidad de La Matanza”. Cilia le recomendó como secretaria a Rakauskas, “con capacidad, soltera, que te puede servir”. Como método de reclutamiento de personal para cargos de dirección es más original que el que seguía el Ministerio de Petovello.
“Ella era mi pareja”, dijo Cilia. Luego se corrigió: “En realidad manteníamos una relación extra-matrimonial, porque yo estoy casado. La conocí en el año 2016, ella viajaba mucho por todo el mundo, por eso no fue algo continuo. De repente estaba en el Mundial de Rusia, en el partido inaugural, después estaba en Dubai, otro día en Egipto, ella me mandaba fotos de los viajes y me comentaba lo que hacía. Nos veíamos cuando ella venía a Argentina”. Poco curioso, dice que nunca le preguntó con quién viajaba.
En algún punto, ambas versiones coinciden. Cilia dice que Melody estaba por ir a Estados Unidos a trabajar en un boliche nocturno y él le propuso que tuviera “un trabajo digno”. Melody “siempre quería trabajar en política y había empezado a estudiar abogacía”, pero no es muy seguro “porque era muy contradictoria, decía una cosa después decía otra”.
Espinoza la contrató con un sueldo de 150.000 pesos, que en marzo de 2021 equivalían a 400 dólares paralelos. No era una fortuna para ninguna de las dos funciones para las que la requerían. La primera semana, dice Cilia, ella lo llamó para agradecerle, la segunda para insultarlo, porque “Espinoza la quiso violar. A quién me presentaste”, le preguntó. Según Cilia, ella nunca le dijo con absoluta claridad que Espinoza la violó. “No le creí”. Se enfureció y desde entonces todo lo que le pasa me echa la culpa a mí y a Fernando Espinoza”. Cilia agregó que por exigencia de ella, le pagó el sueldo que no le pagó Espinoza y un pasaje a Estados Unidos.
Ella también aportó un audio en el que Cilia parece disculparse por el trato de Espinoza y le anuncia que hablará con el jefe de gabinete del Municipio, Claudio Lentini, y con el propio intendente, para que se cumpla el acuerdo (que no explicita). “Si no, yo mismo le voy a volar la municipalidad”, dice este dulce protector.