Horacio Verbitsky: Agarrarse de los pelos – El Cohete a la Luna

Horacio Verbitsky: Agarrarse de los pelos – El Cohete a la Luna

La pregunta principal es por qué lo hicieron a medianoche, apenas dos días después de las elecciones generales y sin avisarle a nadie. La respuesta más plausible es que nunca hubieran conseguido que el apoyo a Javier Milei para la segunda vuelta del 19 de noviembre fuera aprobado por los partidos que desde 2015 integraron Cambiemos o Juntos por el Cambio. La opción era golpe de mano o nada.

La pregunta secundaria es por qué Patio Bullrich coincidió con la decisión del expresidente Maurizio Macrì, que hasta pocos días antes denunciaba como corrosiva para su candidatura presidencial. Ahí no hay una respuesta única, sólo hipótesis:

  • La confusión posterior a una derrota que sólo tomó por sorpresa a una candidata cuyas falencias personales quedaron a la vista durante la campaña, y no solo en materia económica.
  • La compulsión por permanecer en el centro de la escena, sin asumir en plenitud las consecuencias del desastroso resultado electoral, como el dolor en el órgano amputado.
  • El carpetazo de quien la utilizó para desgastar a Horacio Rodríguez Larreta.

Las infidencias

Recién en el encuentro previo al anuncio de Bullrich con el muñeco de torta que la acompañó en la fórmula desmoronada, se blanqueó la reunión con Milei en la casa de Macrì, ante una pregunta de María Eugenia Vidal. Tanto ella como Rodríguez Larreta habían sabido del cónclave por las infidencias de Diego Santilli y Cristian Ritondo, quienes apoyaron la decisión pero quisieron achicar el costo en su relación personal con El Pelado y el Hada Buena. Según Bullrich, los radicales no tienen derecho al pataleo, porque ella sólo se les adelantó en diez minutos, cuando estaban por anunciar la posición contraria.

Por supuesto, en cualquier caso, un condimento fundamental es el antiperonismo cerril, que todos coinciden en llamar antikirchnerismo y que ha pasado a ser la razón de sus vidas. Eso explica también que el acuerdo que Sergio Tomás Massa viene tejiendo desde hace meses con el radicalismo, no se exprese en encuentros formales como los que se celebraron en España para asegurar la nueva investidura de Pedro Sánchez, sino en una neutralidad, que Macrì considera una farsa, según dijo en su virulenta toma de posición del viernes ante  Eduardo Feinmann (un alcahuete, tal vez rentado, según Marcelo Longobardi). Quienes postulan la neutralidad, llevan años de transas con Massa, dijo. Su hija de 11 años, “Antonia me dijo que no hay otra que votar a Milei, y esa es palabra santa”. Por lo menos no se asesora con sus perros. Algo es algo.

Bullrich buscó justificar su abrazo con Milei con el reencuentro entre Juan Perón y Ricardo Balbín. El pequeño detalle que omitió es que entre el desafuero y la prisión del dirigente radical, en 1949, y su visita a Gaspar Campos, pasó un cuarto de siglo y siete presidentes, no una semana. Ahora se proponen remachar juntos los clavos en el ataúd del kirchnerismo, según el alegre comentario del candidato.

Massa repite una y otra vez que el suyo será un gobierno de unidad nacional y que habrá ministros de otras fuerzas. Pero no ha pasado de precisar que le gustaría que un radical se hiciera cargo de Educación. En caso de que su victoria se confirme dentro de tres semanas, restará por ver si esa incorporación ocurrirá a título personal o como parte de una negociación partidaria que cristalice el realineamiento ostensible de filias y fobias. “Los mejores”, es su única explicitación.

Climas

Para registrar los climas antagónicos en ambos campamentos basta cotejar la extraordinaria imagen que captó el fotógrafo de La Nación, Fabián Marelli, casi una reversión del Stabat Mater Dolorosa de Annibale Carracci, con la jovialidad de CFK durante su recorrida por la restaurada confitería del Molino, otro de los legados de su presidencia.

¿Cómo puede ser?

Otra incógnita de primer orden es cómo el ministro de Economía pudo imponerse por una amplia diferencia de casi siete puntos, mientras la cotización del dólar y la inflación vuelan, y el poder adquisitivo del salario gime. Una explicación obvia es la torpeza de quienes tenía enfrente, que no sólo dividieron las fuerzas en dos fórmulas, sino que además se dedicaron en forma encarnizada al ataque recíproco, eso que Bullrich dice ahora que se perdonaron y que  se selló con un abrazo. Pero resulta insuficiente y, además, mezquino respecto de Massa, cuya campaña fue de una inteligencia y precisión llamativas, cosa que no se alteró en la euforia del triunfo.  Ni una frase ni una sonrisa socarrona de más. Y una pedagogía política precisa, ayudando a imaginar qué efecto tendría en la vida cotidiana de los votantes, la aplicación de las propuestas de sus competidores. El ejemplo más rutilante fue la comparación del precio actual del boleto del colectivo y del tren con el que resultaría de la eliminación de los subsidios que plantearon tanto Bullrich como Milei. La realizó con la ayuda de los cuatro gremios ferroviarios, y utilizando con desenfado el poder que administra. Las pantallas de las máquinas expendedoras informan tanto el precio actual del pasaje como el que surgiría de la quita del subsidio.

Apenas un centenar sobre diez millones de usuarios llenaron la planilla de renuncia al subsidio en la primera semana. Al cierre de esta edición, no llegaban a mil. El operador del escándalo de los Cuadernos Fénix, Diego Cabot, presentó esta desproporción como un fracaso del ministro candidato, lo cual abre la duda clásica acerca de si es o se hace. En cambio,  Jaime Durán Barba lo consideró clave en el resultado electoral.

Miedo y plata

La prensa militante bautizó esta práctica como “campaña del miedo”, como si no reflejara con exactitud el efecto de las propuestas de sus rivales. Del mismo modo, desprecia como “plan platita”, las transferencias de ingresos con que Massa intenta compensar la merma del salario debida a la enloquecida carrera de los precios, que ha inflado las ganancias de las empresas que oligopolizan los principales productos de consumo masivo. La eliminación del impuesto a las ganancias para los trabajadores, la devolución del IVA, los aumentos de asignaciones sociales, los bonos a jubilados y trabajadores autónomos no equiparan el frenesí de los precios, pero le ponen límites y señalan en forma inequívoca la voluntad del ministro candidato. El resultado electoral sugiere que si el doctor Fernández hubiera escuchado los planteos en ese sentido que se cansó de transmitirle CFK en el primer año de su gobierno, tal vez no se hubiera perdido la elección de medio término de 2021. Al mismo tiempo, Massa no ha abandonado el propósito del equilibrio y aun del superávit fiscal, pero no a costa de sacrificios de quienes ya los han hecho todos, sino procurando mejorar la recaudación sobre los grupos patronales que han sido los grandes vencedores de estos años. Esa es la base sobre la que espera tener en 2024 un superávit del 1%. En circunstancias normales, el Congreso no aprobaría esa reducción del costo fiscal. En pocos meses se sabrá si el escepticismo de las izquierdas es válido, o si Massa aprovechó la crisis como una oportunidad. No es una diferencia menor. Por ahora, está trabajando con Roberto Lavagna en un plan de estabilización que mejore la distribución del ingreso.  Lavagna, que el 24 de marzo cumplirá 82 años carece de la energía imprescindible para hacerse cargo del Ministerio de Economía, pero es una pieza clave en la elaboración de la política que aplicaría Massa.

Juego de roles

Todavía no terminaba el escrutinio provisorio, cuando algunos sectores de la prensa militante comenzaron a señalar que Massa se impuso porque tomó distancia de CFK y de Máximo Kirchner, a quienes motejaron de “impresentables”. Lo demostraría el que sólo hubieran acompañado al candidato en el palco de la victoria su compañero de fórmula, Agustín Rossi, y las parentelas respectivas.

Pero el contacto de Massa con madre e hijo fue permanente, y 72 horas antes de las elecciones les transmitió que según los datos que manejaba, el domingo 22 se impondría por no menos de cinco puntos. Cuando esto se hizo evidente en las primeras cifras que comenzaron a conocerse al cierre de los comicios,  las señales noticiosas por cable de Clarín y La Nación no pudieron ocultar su disgusto y lamentaron que no hubieran surtido efecto sus campañas en torno de la navegación de Martín Insaurralde y las tarjetas de Chocolate Rigau. “No lo puedo entender”, “es una locura”, “no se puede creer”, “es impresionante”, “es una tragedia”, “es totalmente delirante”, “es para matarse”, “la Argentina se está suicidando”, “ganó la impunidad y la corrupción” decían sus talking heads.  Su audiencia les reprochaba la difusión de esos datos, como si no fueran fieles y hasta llegaron a mostrar sus teléfonos, con imágenes del escrutinio en distintas mesas. Cuando los resultados ya eran inocultables, viraron su discurso y por enésima vez decretaron la muerte del kirchnerismo. Sólo cambiaba el verdugo. La Cámpora, en cambio, informó que sus candidatos habían ganado las intendencias de Quilmes, Suipacha, Mercedes, Hurlingham, Colón, Carmen de Areco, Brandsen, Lanus, Rosales, Bahía Blanca, Olavarría y Azul. Es decir, casi el 20% de las comunas ganadas por los patriotas.

Las relaciones objetivas de fuerzas presionan para una actitud cooperativa entre todos los sectores internos. Axel Kicillof ganó la provincia de Buenos Aires por más de veinte puntos sobre la segunda fórmula, pero sabe que sin proyecto nacional no hay futuro. Sin ocultar sus diferencias con Massa, repite que es imprescindible que alcance la presidencia. La representatividad alcanzada por La Cámpora en estas elecciones debería prevalecer sobre las quisquillosidades que han entorpecido la relación del gobernador y, sobre todo, de Andrés Larroque, con Máximo Kirchner. Además de su desempeño en las intendencias, tanto del conurbano como del interior rural, los camporistas encabezaron las listas para la Legislatura en todas las secciones electorales, de modo que sin ellos la gobernabilidad se resentiría. En cuanto a Massa, la experiencia del doctor Fernández es aleccionadora: la confrontación con Cristina es una vía muerta que no lleva a ningún lado.

A diferencia del Poder Ejecutivo saliente, que en 2019 sobreactuó los gestos de obsecuencia hacia Cristina, y una vez en el gobierno decidió ignorar sus reclamos y consejos, Massa delimita los campos con exactitud: él será el presidente y como tal responsable de todas las decisiones. La vicepresidenta dice lo mismo, en público y en privado, como constataron quienes la vieron en estos días. Terminado su mandato volverá a instalarse en el Instituto Patria, seguirá con atención la marcha de los acontecimientos y no hará secreto de sus opiniones, por supuesto con la mayor cautela. Mientras Macrì avanza hacia la posible destrucción de la estructura que construyó, y cree que si él hubiera sido el candidato todo habría sido distinto, la vicepresidenta acaricia la posibilidad de contribuir a la consagración de un segundo presidente peronista consecutivo.

Su mayor preocupación es el peso de la deuda externa, cuyos vencimientos entre los acreedores privados y los organismos multilaterales son imposibles de afrontar con el giro previsible de la economía.  Es difícil saber si el optimismo que transmite Massa es sincero o apenas un dispositivo proselitista. Como se cansó de repetir Jaime Durán Barba durante toda la campaña, nadie gana una elección prometiendo ajuste y sufrimiento, como hizo Bullrich, cuya derrota el consultor ecuatoriano vaticinó antes y con mayor precisión que nadie. Massa hizo todo lo contrario. Proclamó que lo peor ya había pasado y delineó un futuro de superávit del comercio exterior, por las exportaciones de hidrocarburos y minerales, llamado a terminar con la hambruna de dólares.

Sí, pero

Esta semana, Enarsa abrió los sobres con las propuestas económicas para la reversión del gasoducto del norte. Ese caño transportaba el gas boliviano hacia las provincias argentinas durante la presidencia de Evo Morales. El declino de los yacimientos de YPFB coincidió con la transición de Morales a Lucho Arce Catacora. Esta es una oportunidad que Massa no desaprovechó. Lo anunció el 15 de enero, en la entrevista que concedió al Cohete y lo está concretando en estos días. Los oferentes son los mismos que participaron en la construcción en tiempo récord del gasoducto Néstor Kirchner: Techint, asociada con SACDE (denominación actual de la ex SOCMA), y la empresa local BTU. Cuatro plantas compresoras bombearán el gas de Vaca Muerta a Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy, y más adelante a Bolivia y Brasil. Esto reducirá el costo de generación de electricidad y gas natural para las industrias locales y la balanza de pagos mejorará en miles de millones de dólares anuales. Enarsa también abrió la licitación para los caños que se utilizarán en el segundo tramo del gasoducto, 500 kilómetros desde Saliqueló hasta San Jerónimo, en  Santa Fe.

Esta semana el semanario británico The Economist alertó sobre los estudios de 36 empresas chinas con el propósito de reemplazar el litio en las baterías por otro álcali, el sodio. El litio es tan escaso y caro como el cobalto y el níquel que también forman parte de las mejores baterías. En cambio el sodio abunda en los océanos y las baterías pueden funcionar sin níquel ni cobalto. Según la principal revista económica ortodoxa del mundo, “por primera vez desde que comenzó la revolución del litio, surge un desafío a su lugar en el pedestal electroquímico”. El ineludible antecedente histórico es el caucho, una industria pujante hasta que los laboratorios produjeron el caucho sintético. Una de las automotrices que están preparando el lanzamiento de su primer coche con batería de sodio es Chery, que en la Argentina introdujo Franco Macrì. The Economist concluye que estos desarrollos tal vez no desplacen al litio, pero que presionarán para bajar su precio.

La metáfora del escorpión

Tanto Macrì cuanto Bullrich afirman que ofrecen un apoyo incondicional, sin pedir nada a cambio. También negaron haberse alejado de JxC, como afirmaron Martín Lousteau y Gerardo Morales. Ella alegó que tenía legitimidad para decidir, porque había vencido en las primarias a Rodríguez Larreta y a Morales. Esa fijación con un pasado que hoy es remoto, es una forma de negar su fracaso en las generales. Hoy que se están tirando los muebles por la cabeza suena extraño que digan que la coalición sigue unida. Es cierto que la fractura se concretará o no después del balotaje, cuando se sepa quién será el presidente. Pero al mismo tiempo, aturden las versiones acerca de la formación de un comando conjunto para la campaña y de la participación de funcionarios de Macrì en un eventual gobierno de Milei, como Germán Garavano, Guillermo Dietrich, Luis Caputo o Guido Sandleris. Esta es la línea de intereses de Macrì: Justicia, porque teme que Massa le haga beber su misma medicina, y Economía, donde están los negocios que le apetecen. Morales llegó a decir que habían arreglado causas penales. Y circula la versión de que Macrì aportó 15 millones de dólares para la campaña del balotaje, además de su señal de noticias por cable La Nación+.

El comunicador Nicolás Wiñazky, con el rostro compungido por la decepción, aseveró en la pantalla de cable del Grupo Clarín que Macrì había pedido manejar YPF. Por ahora, Massa debe ocuparse del correcto abastecimiento de combustible. El viernes llegaron diez barcos encargados de urgencia a Brasil. Las compras excesivas por temor a la devaluación, la siembra en los campos y el proceso electoral agudizaron el problema y dieron espacio para que las empresas presionaran por mejor precio. La respuesta rápida del gobierno debería normalizar el suministro en pocos días.

Milei anunció el pacto con el meme de un patito en brazos de un león. Pero dentro de esta zoologización de la política, tal vez debería recurrir a la imagen de un escorpión. El cuadro general es tan volátil, que sigue siendo muy difícil pronosticar lo que vaya a suceder. Si el 23,8% que prefirió a Bullrich, se sumara al 29,9% de Milei, el pelucón superaría la mitad más uno de los votos. Pero la aritmética no es el modo de analizar estos procesos. Entre las primarias y las generales, Bullrich sumó apoyos institucionales, pero perdió votos. Dada la cautela de Massa, resonó el pronunciamiento del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, quien en la Universidad de Lomas de Zamora repitió el discurso del candidato, abogando por un gobierno de unidad nacional. En la primera fila lo escuchaba sorprendido Diego Molea, a quien Massa habría sondeado para que fuera su Ministro de Justicia. No era eso lo que se esperaba del ex intendente de Santa Fe. Lo cruzaron su colega y adversario Ricardo Lorenzetti, pero también Manuel José García Mansilla, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral. García Mansilla fue uno de los defensores de Rosatti, cuando se autodesignó presidente de la Corte y del Consejo de la Magistratura, reviviendo una ley derogada por el Congreso 15 años antes.

Es difícil que le atraiga votos a Milei el ofrecimiento a “la tirabombas en jardines de infantes” del Ministerio de Seguridad; a los “zurdos de mierda” de una porción del Ministerio de Capital Humano , y una recepción con todos los honores si el “representante del Maligno en la tierra” visita la Argentina. Más bien tienden a dejarlo en ridículo, además de abrir un frente de conflicto con Villarruel quien ya estaba trabajando en la organización del Ministerio de Seguridad.

Otro tanto vale para el efímero romance con Luis Barrionuevo, un episodio representativo del desconcierto que se ha apoderado del transformismo argento, que carece de un liderazgo con el que mimetizarse. El sindicalista gastronómico había pagado 18.000 dólares por adelantado por el alquiler de un piso de oficinas en un coworking, en Scalabrini Ortiz y Córdoba. Lo hizo con billetes de distinta numeración, es decir tan negros como auténticos. Desde ahí se organizó la logística de los fiscales de La Libertad Avanza, que no fue masiva ni eficaz, según recriminó Guillermo Francos. Pero el jueves 26  anunciaron que devolvían las oficinas un mes antes de que venciera el contrato, el 22 de noviembre. Barrionuevo publicó una declaración desopilante en la que expresa “indignación y desencanto” por el acuerdo con Macrì y Bullrich, que contrarían sus “valores y principios”. Este “pacto con la casta” implica una traición a “la juventud, sedienta de autenticidad”. Barrionuevo sentencia que “la dignidad ni se vende ni se negocia” e informa que sus decisiones se guían por la transparencia, la coherencia y la verdad. La casta es el otro.

¿Cómo haría Juan Schiaretti para favorecer con sus votos a Milei y Villarruel, después de haber propiciado la erección de un monumento a Sonia Torres y sostener “como política de Estado el proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y otros organismos de derechos humanos, abrazado posteriormente por toda la sociedad argentina”?

Hay sumas que restan. Desde que saltó a la escena pública, Milei no ha dejado sector sin agraviar. Más allá de lo que diga tal o cual dirigente, es improbable que muchos radicales se inclinen por quien despreció en forma insultante a los dioses del Olimpo partidario, como Yrigoyen y Alfonsín.

Lo reiteró después de la elección, en América 24 con el Pelado de Crónica: “La línea buena del radicalismo fue desplazada por la de Yrigoyen y Alfonsín, que nos trajo la hiperinflación,  impulsó la social democracia que nos hunde y hace que este país sea miserable. No son muy distintos a los kirchneristas”. Por si eso fuera poco, su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel también criticó a la cantante estadounidense Taylor Swift y no se le ocurrió nada mejor que decir que el conjunto juvenil coreano BTS tenía nombre de enfermedad de transmisión sexual. Los fanáticos de Swift y de BTS respondieron con acritud, y se prevén actos de boicot a la candidata. De este modo los libertarios salieron de las páginas políticas e ingresaron a las del espectáculo, a los tropezones y con riesgo de porrazo. Le pasó en Estados Unidos a Donald Trump, las army de BTS reservaron todos los asientos para un acto en el que el entonces presidente y candidato debió hablar ante un estadio vacío. A estos repudios se sumó el de los otakus, que también instaron a votar en contra del libertario, porque la dolarización elevaría el precio del manga y el animé. A esto se suma el abierto rechazo del sacerdocio católico, a raíz de los improperios de Milei al Papa Francisco, que incluye misas y homilías de advertencia contra el minarquista.

No muy impresionados por los planteos de Macrì y Bullrich, los gobernadores cambiantes (todos radicales, salvo Jorge Macrì, Rogelio Frigerio e Ignacio Torres) hicieron saber que ellos decidirán el camino a seguir, en un pronunciamiento en el que reivindican la educación pública y el acceso a una salud de calidad para todos y rechazan la dolarización que pulverizaría “el ingreso de nuestra gente”.

Con los patriotas cerca del quórum propio en el Senado, con mayor ventaja en Diputados y dada la división dentro del interbloque cambiante, un hipotético presidente Milei debería remontar una cuesta empinada en el Congreso.

El balance es aún mejor para el oficialismo. Una vez publicado este informe del Congreso, el escrutinio definitivo de San Juan le asignó a UP una banca más en el Senado, y una menos para la Libertad Avanza.

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