Cuenta regresiva para el debate de la ley Bases: diez días para definir el rumbo de los próximos 30 años

Cuenta regresiva para el debate de la ley Bases: diez días para definir el rumbo de los próximos 30 años

Por Martín Piqué

El Senado tratará la media sanción que contiene el régimen de incentivos para las grandes inversiones. Advierten sobre la profundización de un ajuste con efectos dramáticos sobre pobres y clase media.

En diez días se definen los próximos treinta años. Una frase con suspenso y drama resume la encrucijada de fondo a la que se asoma la Argentina. En la semana del 10 de junio, posiblemente el miércoles 12, se debatirá en el Senado el proyecto de ley Bases. Cuando los representantes de las provincias empiecen a tratar en el recinto el conjunto de medidas laborales, previsionales, de enajenación de activos públicos, de blanqueo y de incentivos para las inversiones, lo que estará en juego será el futuro de al menos dos generaciones.

El proyecto de ley atribuido a Federico Sturzenegger junto a los aportes de tres estudios jurídicos del riñón del establishment (Marval, O’Farrel y Mairal; Bruchou y Funes de Rioja; Kesselstatt-Deppeler y Asociados) tiene implicancias para las próximas tres décadas. Como se sabe, el Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI) delimitado en más de sesenta artículos (del 161 al 225) establece una vigencia de treinta años para las ventajas ofrecidas a los proyectos de inversión.

Otro punto largamente cuestionado es la cesión de competencia en la eventualidad de que surja un litigio entre el Estado argentino y alguno de los inversores. Cualquier controversia de ese tipo se dirimirá en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), órgano dependiente del Banco Mundial. Se trata de un tribunal con una historia desfavorable –la famosa cancha inclinada– para estas latitudes.

Los treinta años de estabilidad para los incentivos extraordinarios en materia tributaria, cambiaria y aduanera que se ofrecen a los inversores van mucho más allá de lo esperado. Son beneficios de una desmesura nunca vista. Desde la administración libertaria los justifican por la historia pendular del país pero, en caso de prosperar, acercarían a la Argentina a regímenes de capitalismo extractivo propios de Nigeria, Angola o Mozambique.

Si se aprueba la ley Bases, la Argentina se resignará a asumir un modelo de “economías de enclave” para la explotación de sus recursos naturales; particularmente en combustibles, minería y, en menor medida, agro. El riesgo de asimilarse a países que viven procesos neocoloniales quedó reflejado en una disyuntiva planteada por el extitular de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio De Mendiguren.

Durante una entrevista con el canal América 24, De Mendiguren se preguntó: “¿Nigeria o Noruega? Porque gas tiene Nigeria, mucho, y también tiene Noruega. Miremos lo que hizo uno y lo que hizo el otro: Noruega, por caso, desarrolló a través del petróleo y del gas toda la cadena de valor y hoy es exportador de bienes de capital (del sector hidrocarburos), hasta de barcos construidos”.

Y agregó: “Noruega es uno de los países socialmente más sustentables y partió de tener gas y petróleo. En cambio, nosotros, con esta ley (por la ley Bases), estamos mandando este mensaje (a los grandes inversores extranjeros): ‘vengan, llévense todo y paguen muy poquito, porque los libero de impuestos; traigan todo usado y no desarrollen nada acá, y además por 30 años no los tocaremos’.”

Al contrastar un modelo de desarrollo y una economía de enclave -ambos basados en hidrocarburos-, De Mendiguren puso el foco sobre el gran interrogante que se abrió para la Argentina tras el hallazgo de gas y petróleo no convencional: la pregunta de qué hacer con las riquezas naturales. Una cuestión que adquiere aún más importancia con las reservas probadas de litio (y también con los yacimientos hidrocarburíferos hallados en el territorio de la Antártida sobre el que la Argentina reclama derechos).

En definitiva, la sanción de la ley Bases será una primera definición (pero difícil de revertir) sobre la gran pregunta orientadora para el futuro del país. Lo que estará en juego es si la Argentina, según palabras del director ejecutivo de Fundar Martín Reydó, “echa por tierra cualquier oportunidad de apalancarse sobre sus recursos naturales para capturar renta de forma razonable y articular los sectores productivos ya existentes y aquellos potenciales que surgirán por efecto de la inversión”.

Así, Reydó advirtió que una hipotética aprobación de la ley Bases consagraría “un patrón de especialización productiva de la Argentina como mero exportador de commodities”.

“El pacto Roca Runciman (acuerdo comercial entre Argentina y el Reino Unido por la compra de carne y la importación de productos ingleses) se sonrojaría ante el contenido de este RIGI. En aquel pacto de 1933, el Reino Unido permitía que un 15% de la participación total del comercio de carnes fuera hecho por frigoríficos argentinos. En el RIGI ni siquiera”, remarcó Reydó en diálogo con el sitio web Cenital.

Búsqueda desesperada (de dólares)

En la tarde del miércoles 29 de mayo, el recién estrenado jefe de Gabinete Guillermo Francos visitó el Senado para operar bajo presión y en cuenta regresiva. Cuando entró al Palacio Legislativo, la info que salía de allí aseguraba que la ley Bases no había logrado reunir las firmas necesarias para el dictamen.

Horas más tarde (y en base a recursos y habilidades de los que aún no hay precisiones, aunque sí rumores), Francos había logrado sumar apoyos claves: entre esos nombres emergió el del senador por Entre Ríos, Edgardo Kueider.

El nuevo jefe de Gabinete, Guillermo Francos, logró adhesiones para el proyecto de ley Bases en el Senado.

Para obtener dictamen, el Gobierno aceptó ciertas peticiones de partidos provinciales y de la oposición ‘dialoguista’. Una de ellas fue la suba del 22% del mínimo no imponible de Ganancias en la Patagonia; otra, incorporar flexibilizaciones en el RIGI para que su articulado no afecte las autonomías de las provincias.

También habrá cambios, se supone, para promover proveedores locales y equiparar beneficios entre empresas extranjeras y nacionales.

Estos cambios fueron considerados “cosméticos” por los senadores de Unión por la Patria (UxP), quienes mantienen su rechazo a la ley. En paralelo, buscan apoyos para rechazar algunos artículos en particular, con mayorías calificadas de dos tercios de los votos.

Otros miembros de la cámara, como el porteño titular del radicalismo Martín Lousteau, consideraron que las modificaciones anunciadas por el Ejecutivo eran insuficientes.

RIGI, Chevron y Petronas

El senador por Neuquén Oscar Parrilli, procedente de una provincia petrolera (y que explota los recursos de Vaca Muerta), fue uno de los legisladores que explicó la posición mayoritaria del peronismo.

“Estamos dispuestos a analizar y discutir una ley de incentivo a las inversiones, pero que sea una ley razonable, criteriosa y que proteja los intereses del Estado”, dijo Parrilli en diálogo con Ernesto Tenembaum en la emisora Radio con Vos. Y añadió: “Estamos dispuestos a discutir el rol de las empresas públicas y cuáles de esas empresas pueden incorporar capital privado. También estamos dispuestos a discutir una modernización de las relaciones laborales”.

Además, el senador neuquino marcó las diferencias entre los beneficios incorporados en el actual RIGI respecto a las condiciones que el kirchnerismo le había ofrecido a la petrolera estadounidense Chevron para que invirtiera en el desarrollo de Vaca Muerta. Aquel régimen de incentivo tuvo lugar durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Sobre esa cuestión, que Miguel Pichetto llevó al debate en Diputados de la ley Bases, Parrilli diferenció: “Eran beneficios específicos, no una cosa general. Y se hizo sin ninguna modificación de ninguna ley”.

Y amplió: “Cuando se hizo el acuerdo con Chevron, se empezó a realizar la explotación no convencional del gas y del petróleo, que hasta ese momento no se había hecho nunca  en la Argentina. El costo de los pozos (en ese momento) era de 30 millones de dólares, hoy salen 10 millones de dólares”.

Parrilli resaltó también las diferencias entre lo que ofrece el RIGI con los incentivos que se incorporaron a un proyecto de ley de industrialización del gas que se llevó al Congreso durante la gestión del Frente de Todos. El detonante de este proyecto, que cuenta con media sanción en la Cámara baja, fue la asociación de YPF con la petrolera malaya Petronas.

A los fines didácticos, Parrilli mostró un recuadro que contrastaba los beneficios previstos en el RIGI con las particularidades que se le ofrecieron a Petronas para llevar a cabo una iniciativa conjunta de licuefacción de gas (pase de estado gaseoso a líquido) junto a YPF.

(Las mismas condiciones se aplicarían a nuevos proyectos de inversión ligados a la industrialización del gas).

Se reproduce el gráfico a continuación:

Finalmente, Parrilli recordó que la petrolera de Malasia había aceptado los incentivos del proyecto de ley con el objeto de construir una planta de licuefacción en Bahía Blanca. Sin embargo, ahora que se debaten beneficios mucho más grandes, Petronas quiere que se los apliquen también a ella.

“Si Petronas había aceptado esto y ahora dice que si no hay RIGI no viene (a la Argentina), es comprensible: la empresa siempre va a venir por más. El problema, en todo caso, es el criollo que nos vende”, concluyó Parrilli con una alusión a una frase de Arturo Jauretche (“Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”).

En definitiva, en algunos rubros de la economía -la energía, por caso- parece haber cierta aceptación en que hay que fomentar la inversión extranjera. Las discusiones se concentran en la dimensión y el tamaño de los incentivos.

Pero también hay otros consensos circulando sobre el RIGI. Muchos economistas coinciden sobre el estado de necesidad del Gobierno en materia de dólares: un estado que parece acercarse a la desesperación.

Para el consultor Mariano Kestelboim, por ejemplo, esas urgencias explican precisamente que la ley Bases contenga “condiciones tan favorables para los inversores”.

Ex embajador ante Mercosur y ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), Kestelboim advirtió que el RIGI constituye hoy “la única posibilidad del gobierno de Milei para que ingresen capitales rápidamente, o en el menor plazo posible”.

“Pero la situación del país es un polvorín”, evaluó, sin autocensura. Kestelboim consideró que el flojísimo desempeño de los equipos de Gobierno es monitoreado en detalle desde el Exterior.

Según Kestelboim, la inestabilidad socioeconómica argentina dificultará el ingreso de grandes inversores, tal como espera Javier Milei en su gobierno.

“Las ineptitudes en materia de relaciones internacionales, como en materia social, económica y política, van a generar muchas dudas en los potenciales inversores”, vaticinó.

Por último, para completar la radiografía, remató: “El deterioro del poder adquisitivo, junto con la conflictividad que hay, configuran una situación de altísima inestabilidad que hace muy difícil la toma de decisiones para los inversores”.

La conflictividad y el deterioro acelerado en la vida cotidiana de millones de personas, con el cierre masivo de cuentas sueldo y una descomposición social extrema, es también la premisa desde la cual partió el análisis de Arnaldo Bocco.

Exmiembro del directorio del BCRA, Bocco alertó sobre los efectos del cambio en la matriz tributaria previsto por la ley Bases.

“Si se aprueba tal como está, va a generar un aumento en los impuestos de los sectores de clase media, media-baja y pobres. Van a subir los impuestos para ese sector y las tarifas, mientras habrá un traslado de riqueza hacia los sectores más ricos, a los que les van a bajar los impuestos patrimoniales y de Ganancias”, respondió al ser consultado por lo que estará en juego en diez días.

Con el supuesto objetivo de crear un boom de inversiones de alta tecnología en el país, Javier Milei recorre el mundo visitando a megamillonarios de la industria, como Mark Zuckerberg de Meta.

Especialista en finanzas, Bocco le restó seriedad a la narrativa que promueve la Casa Rosada sobre la posibilidad de que la Argentina se convierta en un modelo como el de Irlanda, una meca liberal que favorezca la instalación de grandes corporaciones tecnológicas a través de desgravaciones y ausencia de normativas.

“Detrás de Irlanda está la riqueza europea que subsidia actividades: un proceso de cambio con grandes bancos internacionales que manejaban el flujo de capitales y que además circulaban casi como un paraíso fiscal”, replicó.

Bocco ironizó sobre las fotos que Javier Milei publicita desde sus redes a partir de sus encuentros con megamillonarios que son, al mismo tiempo, íconos del capitalismo digital, como Elon Musk, dueño de Tesla y la red social X (exTwitter), o el pope de Meta (Facebook) Mark Zuckerberg.

 “Si vos vas a comprar alimentos a un lugar y te recibe una persona vestida de Batman haciendo determinado tipo de morisquetas que pueden divertir a tu hijo, que a lo mejor es un niño, vos no vas a comprar más o menos comida porque el tipo te atienda vestido de Batman”, comentó Bocco, quien descree que el road-show del out-sider derive en un boom de inversiones hi-tech.

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